Traducido y editado a partir de una enseñanza sobre
la práctica de Mahamudra por el maestro
budista de la escuela tibetana Kagyu, Traleg Rinpoché
De acuerdo con la tradición budista de la escuela Mahayana,
los practicantes
necesitan erradicar ciertas
impurezas y oscurecimientos de la mente con el fin de darse cuenta de la verdad
última, o realidad última, y la
manera más eficaz de lograrlo es a través
de la práctica de la meditación.
En términos
generales, hay dos tipos de meditación que se usan: shamatha, la “meditación de tranquilidad”, y vipashyana, la “meditación de la visión”.
A través de la práctica de shamatha, el meditador aprende a aquietar la mente para ser más centrado, resistente y resiliente, y consciente -y por lo tanto
menos susceptible a las distracciones. Vipashyana, por otra parte, se lleva a cabo normalmente como una forma de análisis
[intuitivo].
Mientras que la práctica de shamatha
anima a la mente a estar más tranquila y menos perturbada por los pensamientos conceptuales, vipashyana utiliza estas reflexiones para ganar ciertas comprensiones, tales como la constatación de que no hay
un yo permanente o inmutable [no hay una naturaleza inherente en ningún
fenómeno, incluso en el ego].
La forma en que shamatha se presenta generalmente sugiere que a medida que la mente se vuelve
más
centrada, y los pensamientos discursivos y racionales aminoran [mientras se hace meditación], nuestra mente pasa por
diferentes niveles de concentración y absorción. Entonces, cuando nos involucramos en vipashyana, después de haber perfeccionado la meditación shamatha, nuestro pensar ya no da lugar a la confusión conceptual, sino que da lugar a diversas comprensiones.
Se dice que la meditación budista es diferente de la meditación de otras tradiciones debido a esta práctica vipashyana, ya que otras
tradiciones también tienen sus técnicas de calmar y
concentrar la mente. Pero es a través de la
meditación
vipashyana que nos damos cuenta de que no
hay tal cosa como un yo duradero o permanente, y que las entidades físicas no tienen una esencia duradera o permanente.
Mahamudra : Un enfoque tántrico
La práctica Mahamudra incluye estas dos técnicas de shamatha y vipashyana, pero a diferencia del Mahayana,
de acuerdo a las enseñanzas del Mahamudra
no es importante ir a través de los
diferentes niveles de concentración y absorción en la meditación shamatha. En lugar de ello, es suficiente que
estabilicemos la mente. Incluso si no se ha alcanzado un estado final de
concentración y no se ha logrado obtener un nivel de absorción, si la mente se ha vuelto más
estable y menos susceptible a las distracciones, se puede proceder con la práctica de vipashyana.
La práctica Mahamudra del vipashyana en realidad es bastante diferente del enfoque convencional que
sostiene el sutra del Mahayana.
En la tradición
Mahayana, utilizamos normalmente el método del
análisis para comprender la falta de esencia en todas las cosas, y para darnos cuenta de que todo lo que existe en los reinos físicos y mentales es un producto de causas y condiciones. A través de esta práctica vipashyana podemos obtener cierta comprensión conceptual de lo que es el vacío
[de esencia inherente en todos los fenómenos], y esa comprensión conducirá a una experiencia
directa de la vacuidad.
Sin embargo las
enseñanzas del Mahamudra dicen que si
se centra la mente en la mente misma, uno se dará cuenta de la naturaleza de la mente, y la naturaleza de todo lo demás. Así que en lugar de utilizar el razonamiento y el método analítico para
reducir todo al
vacío, se enfoca la mente en la propia mente, y se da el
darse cuenta [awareness] de que la naturaleza de la mente es vacuidad. Entonces
te das cuenta de que todo lo demás tiene la misma naturaleza, y que es el vacío [de una
esencia propia].
Según los maestros del
Mahamudra, el enfoque del sutra Mahayana usa los fenómenos externos como el objeto de la meditación vipashyana,
mientras que el enfoque tántrico del Mahamudra utiliza la
mente como objeto.
Sin embargo el enfoque del Mahamudra no analiza la mente para darse cuenta de que la
naturaleza de la mente es vacuidad. En vez de eso el meditador usa la contemplación. En esta práctica el meditador permite que la mente esté en su estado natural, de tal modo que la mente misma revela su propia
naturaleza. No analizamos la naturaleza de la mente y no necesitamos tener una
comprensión conceptual del hecho de que la naturaleza de la mente sea vacía [de esencia]. Si se permite a la mente el estar en su estado natural
y todos los pensamientos discursivos ceden, la naturaleza de la mente será revelada como vacía de una esencia permanente.
Al seguir las instrucciones para meditar
del sutra del Mahayana, se emplean diferentes antídotos
para los diferentes obstáculos en la práctica del shamatha.
Por el contrario, de acuerdo con el Mahamudra,
no debemos estar demasiado preocupados por los obstáculos o con el uso de antídotos para
calmar la mente. Deberíamos tener una sensación general de que todos los obstáculos
que se presenten en la meditación se pueden
dividir en dos categorías: la de los obstáculos del estupor o la somnolencia, y la del obstáculo de la agitación mental.
Cuando el obstáculo del
estupor surge, la mente no se ve perturbada por la agitación de los pensamientos discursivos o los conflictos emocionales, pero
carece de claridad. La mente se ha vuelto sosa y aburrida, y a veces esto es
seguido por la modorra y la
somnolencia.
La agitación
mental, por otro lado, es más fácil de detectar
porque la mente ha caído bajo la influencia
de los pensamientos discursivos, las distracciones y los conflictos
emocionales. En vez de usar antídotos para
controlar la mente en estas situaciones, el enfoque del Mahamudra recomienda dos métodos: el de la relajación y el del ajuste.
Si la mente se embota, la tensamos, “ajustamos” o “apretamos” a través de la aplicación de la atención plena (mindfulness). Tratamos de regenerar y reforzar nuestra atención del objeto de meditación, sea el que sea.
Y si nuestra mente está agitada, debemos tener
cuidado de no aplicar demasiada atención,
sólo trataremos de relajar la mente un poco más. Podemos “aflojar” la mente mediante el abandono de la atención o lo que sea que estamos usando para hacer que la mente esté más centrada.
Si nuestra mente se embota, también podríamos enderezar la columna, expandir el pecho, y tensar el cuerpo,
haciendo nuestra postura un poco más rígida.
Si la agitación mental está presente, podríamos
suavizar o ablandar nuestra postura para
que nos sintamos más relajados, y enfocaremos
la mente en la parte inferior del cuerpo. En todas las situaciones, se utilizan
estos dos métodos
de aflojar o tensar.
Cómo practicar Mahamudra
En Mahamudra, los principiantes de la meditación shamatha deben utilizar un objeto externo, como un trozo de madera, una piedra
o cualquier objeto físico en su campo
visual, y concentrarse en eso. Cada vez que la mente se distrae, no olvidar regresar a ese objeto físico. Después de practicar eso por un período, se
puede utilizar el propio aliento como objeto de la meditación, mediante la aplicación de la atención a la respiración entrante y
saliente. Para ayudarse en este proceso, incluso se puede contar las
respiraciones. El conteo ayuda al enfoque de mente en la respiración, cuando ese es el objeto de meditación. Cada aliento entrante y saliente puede ser contado como uno solo.
Cuando
se puede hacer eso con cierto éxito, pasar a utilizar la mente misma como el objeto de la meditación. Tratar de ser consciente de los pensamientos y emociones a medida que
surgen, sin etiquetarlos, sin juzgarlos, sino simplemente mediante la observación de ellos. En tanto este proceso de observación se estabiliza, la atención se transformará en
consciencia. Si surge
la distracción, tomar consciencia de esa distracción, y si surgen el embotamiento o el estupor, tomar consciencia de
ello; si surge la agitación mental, tomar
conciencia de eso.
Cuando
se contempla la mente misma y se deja que la mente esté en su estado natural,
se
experimentará una sensación de claridad
así como de estabilidad mental. En las enseñanzas de Mahamudra, esto se describe como el aspecto de la estabilidad y el aspecto de
la claridad. Tanto la claridad mental y la estabilidad deben estar presentes.
De acuerdo con las enseñanzas del Mahamudra, si se prosigue esta práctica y se hace que la mente esté cada vez más estable y más clara, entonces incluso cuando surgen los pensamientos
y las emociones, no se perturbará la
estabilidad y la claridad de la mente.
Si se puede mantener la
claridad mental igualmente, sea que la
mente esté
tranquila
o esté agitada, esta
es la mejor forma de meditación.
El
objetivo último de la meditación no es la
erradicación
o eliminación de los pensamientos y emociones [no es
poner "la mente en blanco"], sino mantener ese sentido de consciencia
(darse cuenta de la mente misma, o awareness) tanto cuando la mente está en movimiento,
como cuando está en un estado de descanso.
La consciencia o darse
cuenta –awareness– está presente sea
que la mente esté en un estado de reposo o en un estado de movimiento. Eso no
hace ninguna diferencia. Hay un darse cuenta de la naturaleza de la mente (awareness)
cuando la mente no hace distinción alguna en la meditación entre agitación mental y
descanso. Al no hacer esta distinción, la mente se
deja en su estado natural, y los pensamientos y emociones se auto liberan [la práctica del Mahamudra
es en este respecto igual a la del Dzogchén].
Las enseñanzas del Mahamudra también dicen que no debemos juzgar o pensar en los pensamientos y emociones
(particularmente los negativos) como que tienen que ser erradicados o
eliminados. Si somos capaces de comprender la naturaleza de estos pensamientos
y emociones, vamos a entender la naturaleza de la mente misma. En las enseñanzas,
la relación entre la naturaleza de la mente y los pensamientos erróneos o engañosos
se compara con un florecimiento de un loto que
tiene sus raíces en el barro, o con el grano
que crece en un campo abonado con estiércol. Así como
un loto florece en el barro y los agricultores utilizan el estiércol maloliente para cultivar sus campos, alcanzamos la sabiduría mediante el darnos cuenta de la verdadera naturaleza de las impurezas mentales y obscurecimientos
emocionales, no por deshacerse de ellos.
En tibetano se dice: “Si es que se ha abandonado las
ilusiones y confusiones conceptuales de la mente, no se puede hablar de sabiduría”. De acuerdo con el entendimiento del Mahamudra, la sabiduría no se alcanza a través de la erradicación de las
impurezas, sino del comprender la naturaleza de las impurezas.
Las enseñanzas del Mahamudra usan la frase “mente ordinaria”, lo que significa que el comprender la [verdadera] naturaleza de la
mente [la mente ordinaria], el darse cuenta de
naturaleza búdica [la naturaleza despierta e iluminada de la mente ordinaria –aunque
no nos demos cuenta de ello], eso no implica la eliminación
de nada de lo que exista dentro de la mente. [La iluminación]
Viene más bien de
darse cuenta de la naturaleza de esta misma mente
que ya tenemos: la mente que piensa, desea, anticipa, y siente. El problema no
es que tenemos pensamientos y emociones, el problema es que no comprendemos la
naturaleza de estos mismos pensamientos y emociones. A través de la práctica de la meditación la mente se vuelve más estabilizada
y desarrolla un sentido de claridad mental. Entonces, si la consciencia o el
darse cuenta se mantiene en tanto
surgen los pensamientos y las emociones, y la mente se deja libre a sí misma,
esos mismos pensamientos y emociones revelarán la naturaleza de la mente, al igual que una mente que no se perturba
por los pensamientos y emociones que surgen de ella misma revela la verdadera
naturaleza de la mente.
Dejar que la mente esté en su estado natural, sin esfuerzo
La técnica simple de
dejar que la mente sea, se lleva a cabo ya sea tensando o aflojando el cuerpo y
la mente. Sin embargo, incluso estos dos métodos no se deben hacer con deliberación o esfuerzo extremados, por lo que otra
expresión
del Mahamudra
es muy útil: “Dejar la mente estar en su estado natural sin esfuerzo”. Este no esfuerzo viene de no juzgar, de no pensar que el surgimiento de los
pensamientos y las emociones ha perturbado de alguna manera la mente o que altera nuestra meditación. Siempre y
cuando la mente esté enfocada y haya un sentido de consciencia o darse cuenta, no importará lo que surge en la mente [sea bueno o malo: más allá de la
dualidad], sea que la mente esté estable y en reposo o esté en un estado de
movimiento; así puede llegar a suceder que se dé un darse cuenta de que todo lo que ocurre en la mente tiene la misma naturaleza que la
verdadera naturaleza de la mente [que la mente “ordinaria” de todos los seres es
igual que la mente despierta del mismísimo Buda].
A través de la
consciencia, nos damos cuenta de que la naturaleza de la mente tiene la doble
característica
de ser vacía [de esencia inherente], y también luminosa [pensante, o
inteligente]. En cuanto a su aspecto de vacuidad, la naturaleza de la mente no
es diferente de las cosas físicas no mentales, tales como por ejemplo las mesas y sillas, porque la
naturaleza de la mesa y la silla es el vacío y la naturaleza de la mente es también el vacío
[todo es vacío de una esencia, de un ser propio o
inherente]. Sin embargo, en términos del aspecto claridad [inteligencia] de la naturaleza de la
mente, ella es diferente de las cosas físicas no
mentales, porque la naturaleza de la mente no es sólo el vacío -también es
luminosa [consciente, inteligente –se da cuenta] al mismo
tiempo. Esta luminosidad y claridad [darse cuenta claramente] es lo que
distingue a la naturaleza de la mente de las cosas no mentales.
En última
instancia, se dice que la naturaleza de la mente tiene tres cualidades: 1 ) la
naturaleza de la mente es la vacuidad [la cualidad que
caracteriza a las cosas vacías o carentes de un Ser o esencia propia], 2) a
pesar de que la naturaleza de la mente es la vacuidad, a diferencia de la naturaleza vacía de las cosas o entidades físicas, también es luminosa [a pesar de ser vacía, aún así se da cuenta, es decir es inteligente], y 3) cuando la mente se
estabiliza y la consciencia [el darse cuenta] se mantiene, incluso aún cuando la
mente esté
ocupada teniendo pensamientos y emociones, se experimentará dicha o felicidad [este es el aspecto sin trabas o ilimitado de la
mente –no limitado por el sufrimiento]. En otras palabras, incluso cuando la
mente está
activa, la dicha o felicidad se revela, siempre y cuando la mente no le esté dando lugar [no le esté dando solidez] a la agitación o a la confusión y a los oscurecimientos –que son la causa fundamental
del sufrimiento y la insatisfacción [que la mente no esté creyendo en la realidad intrínseca de los
fenómenos mentales y físicos que surgen en ella misma, es decir que no esté
creyendo en la realidad intrínseca y duradera del sufrimiento y el malestar].
De
"Meditando en la mente misma, una enseñanza sobre la práctica del
Mahamudra", por el maestro budista de la escuela tibetana Kagyu, Traleg
Rinpoché, traducido y editado por Juan José Bustamante –las notas entre
corchetes son nuestras. Publicado en inglés en la revista Buddhadharma,
Invierno 2012