domingo, 24 de mayo de 2015

INTELIGENCIA EMOCIONAL POR LA MEDITACIÓN


La Inteligencia Emocional que nos interesa desarrollar con la Meditación es la de aumentar la capacidad de ser felices. Es una habilidad que se puede aprender. Para ello debemos reconocer, comprender y regular las emociones dañinas, para dejar de hacernos daño a nosotros mismos y a las personas que queremos. Igualmente necesitamos desarrollar las emociones benéficas para uno y para los otros, para aumentar la capacidad de sentir y hacer sentir bienestar emocional y espiritual.

Las emociones influyen y hasta limitan nuestra inteligencia para actuar en el mundo, ocasionando distorsiones en nuestras decisiones y acciones, e incluso en el trato con los otros, lo cual después tiene consecuencias inesperadas e indeseadas.

La Inteligencia que nos interesa es la capacidad de darnos cuenta de qué está pasando, dentro y fuera de nosotros, de “Ver dentro de uno”, de ver claro el estado de nuestra propia mente, para abstenernos de hacer daño y para hacer el mayor bien posible. Para ello hay que lograr maestría de la propia mente, para gobernarla en vez de ser gobernados por ella.

En muchas ocasiones nos dominan las emociones destructivas, sin que ni siquiera nos demos cuenta, es más, llegamos a considerar que no sólo es bueno sino hasta deseable practicar estas emociones dañinas, que nos llevan a realizar acciones destructivas, con grandes consecuencias de malestar en la propia vida y en la de los que nos rodean.

Las emociones destructivas son el apego y la ansiedad, con sus variantes de codicia, orgullo y posesividad. También la ira y el odio, con sus variantes de irritabilidad, envidia y agresividad. Todo ello causado por el obscurecimiento de la mente, con sus secuelas de miedo, decaimiento y depresión.

La Meditación nos permite entrenarnos para prevenir y curar el estrés, que es una respuesta emocional no inteligente, inadecuada y excesiva ante los estímulos desafiantes. 

Con la Meditación logramos reconocer las emociones dañinas, postergar la reactividad autodestructiva, y generar respuestas más armoniosas e inteligentes, que nos hagan sentir más felices.

El mundo está lleno de motivos y ocasiones para practicar la Inteligencia Emocional, desde el ruido hasta la presencia de personas no agradables, desde la dificultad de manejar los pequeños obstáculos de nuestra vida diaria hasta las pérdidas y fracasos mayores, que no deseamos pero que ocurren por factores no siempre controlables por uno mismo.

Con la Meditación nos sentimos mejor y podemos ser más felices.

miércoles, 13 de mayo de 2015

FILOSOFÍA BUDISTA: UNA PRÁCTICA DE LA VACUIDAD.


El Budismo es la Vía hacia el Despertar, y proviene de la raíz sánscrita BUDH que significa inteligir, darse cuenta, consciencia.

El Budismo tiene muchos aspectos, el religioso, el psicológico, y el filosófico, en tanto propone conocer la realidad tal como es (una “práctica” o experimentación de los principios filosóficos).

Hay entonces muchas maneras de llegar al objetivo de la práctica budista, la liberación del sufrimiento.

Las 4 Nobles Verdades: Ennoblece saber que se sufre, Ennoblece conocer  la causa del sufrimiento, ennoblece saber que la causa del sufrimiento cesa, y hay un camino óctuple para realizarlo.

La causa del sufrimiento es estar engañado por la sensación de carencia, que nos hace creer en nuestras limitaciones y estados de no completud.

Darse cuenta que la sensación de carencia cesa es el Nirvana, el no-fuego del sufrimiento. Es la liberación. La cesación es lo más importante: Todo lo que surge en la mente cesa, todas las manchas contingentes que surgen debido al karma –la acción- cesan. ¿Qué queda? La realidad.

De acuerdo a diferentes interpretaciones de la realidad existen varias escuelas budistas. Una es que la realidad es impura y hay que purificarla. Otra es que es impura, pero se puede transformar en pura. Y otra que sostiene que es pura.

Nos interesa la última, la que ve la realidad como pura.

Ello se basa en un texto fundamental, el llamado “Corazón de la Sabiduría” o ‘Perfección de la Sabiduría’, la Prajñaparamita Sutra, o “Sabiduría Ida Más Allá”. Más allá de lo ordinario, de lo dual.

Lo dual corresponde a la visión ordinaria que ve todo como bueno o como malo. Interesa realizar la visión no-dual, que va más allá de bueno o malo, como experiencia, no como dogma.

En este texto la afirmación central es:
LAS FORMAS SON EL VACÍO, EL VACÍO SON LAS FORMAS.

La Vacuidad es la cualidad de Vacío. Se refiere a que las formas –los fenómenos– son vacías o carentes de esencia inherente o independiente. Nada se sostiene por sí mismo. Todo depende de factores prestados, todo es compuesto por componentes que siempre están cambiando –nunca llegan a ‘ser’– y por tanto ocasionan sufrimiento, porque todo se descompone, decae, y no queda nada a lo que aferrarse. Todo es vacío de un ser propio.

El vehículo que propone realizar esto es el Mahayana: Dice “FORMA ES VACUIDAD”. La Forma, los fenómenos y el resto de agregados están desprovistos (“vacíos”) de un yo o identidad substancial.

La dimensión relativa de la forma es ‘vacía’. 

Todos los fenómenos externos e internos están ‘vacíos’ de una identidad absoluta. Va de las formas aparentes a la Vacuidad.

La Vacuidad no se puede comprender tan sólo intelectualmente, debe experimentarse.

Es por tanto raro que llegue a vivirse en función de la Vacuidad, que pareciera que recusa la validez de las formas.

Por eso el texto mencionado las rescata y pone en valor, porque sólo podemos usar las formas para darnos cuenta de la No-Forma, la Vacuidad: “EL VACÍO SON LAS FORMAS”.

El vehículo que aplica especialmente este punto de vista es el Vajrayana. Vajra: Diamante, o Rayo.

El Vajrayana va de la Vacuidad a la Forma.
El Tantra deriva del sistema filosófico Gran Madhyamaka, o Madhyamaka interior, o Vacuidad Cualificada (gzhen-stong o shentong).

Proviene del Tercer ciclo de enseñanzas o Tercer Giro de la Rueda del Dharma: Todos los seres están dotados de la naturaleza de buda, y tienen el potencial de su realización.

Vacuidad cualificada. Todos los fenómenos están desprovistos de existencia propia, pero a nivel último la Naturaleza de la Mente es la unión inseparable de Vacuidad y Claridad [Consciencia]. Esta Claridad [Consciencia] también está desprovista de existencia propia.

La Naturaleza de la Mente está desprovista de impurezas, no está desprovista de cualidades. [El espacio de la mente es inteligente, conoce, y sabe que conoce].

*Es parecido al Yogacara o Cittamatra (Sólo Mente) pero no es lo mismo.

No es una mera ausencia o negación de la existencia independiente, sino que también es una experiencia pura, una presencia no-dual. 

Habla de la Iluminación en términos de la Clara Luz (prabhasvara), talidad (tathata) o semilla de la Iluminación (tathagatagarbha).

Se basa en “VACUIDAD ES FORMA”, la segunda parte de la aseveración central del Sutra del Corazón, el Prajñaparamita hrdaya sutra.

Y no se trata de la forma sólida ordinaria, sino de la Forma insubstancial que adopta la Vacuidad [una “configuración” transitoria y aparente].

En vez de considerar la formas como impuras y condicionadas, se abre la mente para percibir directamente la talidad o la pureza intrínseca de la Forma. La existencia es totalmente pura desde el ‘sin principio’.

En los sutras se describe la realidad como imperfecta, irreal como un espejismo, un sueño o un reflejo. En el Vajrayana la esfera de la forma es abierta, inmaculada e intrínsecamente luminosa. [La Consciencia].

La Forma no es un subproducto desdeñable de la Vacuidad, sino que es inseparable de la verdad última de la Vacuidad.

Primero hay que comprender la Vacuidad de existencia independiente de todos los fenómenos, y luego comprender el potencial creativo de esta Vacuidad, que crea todas las formas, que son intrínsecamente puras, lo cual incluye al cuerpo, la mente, y el entorno (los fenómenos).

Entonces la práctica consiste en llegar a ver las formas como puras, incluyendo aún las emociones conflictivas y el yo, por un proceso de transformación (de impuras a puras, y también de ir más allá de la forma –Trans-formar).

Así se valora el flujo de percepción y de consciencia, que substituye la concepción ordinaria de la realidad, por una visión que integra Forma y Vacuidad, en dirección a despertar de la condición de ignorancia sobre la realidad de los fenómenos.

Las prácticas del Vajrayana incluyen las 4 Actividades de:
Pacificación, Incremento, Magnetización y Destrucción.

Pacificación: Eliminación de cualquier desequilibrio, sobre todo psicológico.

Incremento: Saturar la propia experiencia con un sentido de Plenitud, fortaleza y riqueza interna.

Magnetizar: Acopiar confianza en los propios recursos internos y dejar de ser juguete de las circunstancias.

Destrucción: Apartar del camino los obstáculos internos más persistentes.

EL GOZO: Generar estados de consciencia claros y gozosos, a integrar con la comprensión de la Vacuidad.

ATIYOGA Y EL CAMINO DE LA LUMINOSIDAD NATURAL

La práctica más alta de la Vacuidad es propuesta por el Atiyoga (integración primordial, o natural, dzogchén), parte del Vajrayana, pero no del método de transformación del Tantrayana. Ya no se trata de purificar ni transformar, sino de la Liberación Natural de todas las experiencias.

Se basa en la contemplación no intencional de la Clara Luz de la Conciencia Pura. Es el reconocimiento de que todas las experiencias son manifestaciones o experiencias de la fundamental Clara Luz de la Consciencia, lo que lleva a la comprensión de la verdadera naturaleza de la mente.

Se afirma que las elaboradas prácticas de otros vehículos budistas más bien obscurecen o alteran el estado natural de la mente, ya que utilizan un antídoto para erradicar aquello que trasciende todo antídoto, tratan de purificar lo que ya es la pureza absoluta (la Vacuidad), o tratan de transformar aquello que ya es la iluminación misma, la mente natural.

El esfuerzo más grande consiste en abstenerse de esfuerzo, lo que permite acceder a la potencialidad primordial o natural original.

Pero no todas las personas comprenden que no hay nada a qué aferrarse, nada que practicar, que se trasciende incluso toda noción de alcanzar un resultado más allá del estado de consciencia presente. Esto no quiere decir inactividad, sino la actividad más sutil, la contemplativa. Por eso hay muchas escuelas según las capacidades de los practicantes.

Esto sin embargo no aleja al practicante de la vida sino que lo sumerge en ella, pues todo es puro.

En resumen:
El Budismo es la Vía hacia el Despertar, y proviene de la raíz sánscrita BUDH que significa inteligir, darse cuenta, consciencia.

Su aspecto filosófico propone conocer la realidad tal como es, como una “práctica” o experimentación de los principios filosóficos.

El objetivo de la práctica budista es la liberación del sufrimiento, el que se afirma que es ilusorio, debido a un error de percepción e interpretación.

La causa del sufrimiento es estar engañado por la sensación de carencia, que nos hace creer en nuestras limitaciones y estados de no completud.

La cesación de esa apariencia engañosa es lo más importante: Todo lo que surge en la mente cesa, todas las manchas contingentes que surgen debido al karma –la acción– cesan. ¿Qué queda? La realidad.

Nos interesa la visión que sostiene que la realidad es pura. La experiencia no-dual, que va más allá de bueno o malo. Lo Puro.

Las formas –los fenómenos externos e internos, incluido el yo – son vacías o carentes de esencia o identidad absoluta inherente o independiente, ni buenas ni malas en sí mismas. Son Puras.

Esta Vacuidad no puede comprenderse tan sólo intelectualmente, debe experimentarse. Es una práctica.

La naturaleza de todos los seres es pura, y todos tienen el potencial de darse cuenta. Observando su mente.

A nivel último la Naturaleza de la propia Mente de cada uno es la unión inseparable de Vacuidad y Consciencia. El espacio de la mente es inteligente, conoce, y sabe que conoce. Y eso libera del sufrimiento.

El conocer mismo no sufre, sólo sufre el yo que se cree absolutamente real, cuando es sólo un instrumento cambiante sin identidad inherente.

Pero cuando observamos la mente sólo vemos un espacio mental lleno de formas, es decir pensamientos y sensaciones, que se advierte que surgen de ese espacio. Por eso los pensamientos no son desdeñables, nos permiten ver la Vacuidad: “EL VACÍO SON LAS FORMAS”.

Los pensamientos son formas insubstanciales que adopta la Vacuidad, como una “configuración” transitoria y aparente. Son el potencial creativo de esta Vacuidad.

Es una experiencia pura, una presencia no-dual. Iluminación en términos de la Clara Luz de la Consciencia.

En vez de considerar las formas como impuras y condicionadas, se abre la mente para percibir directamente su talidad o la pureza intrínseca de la Forma. La existencia es totalmente pura.


Esto hace posible la visión y la práctica de la Liberación Natural de todas las experiencias, en el Estado Natural del ser humano, lo que pone a su alcance la felicidad duradera y no contingente.

Texto base para una conferencia del Prof. Juan José Bustamante en la Universidad Católica, el 13 de Mayo del 2015