La Inteligencia Emocional que nos interesa desarrollar con
la Meditación es la de aumentar la capacidad de ser felices. Es una habilidad que se puede aprender. Para ello debemos reconocer,
comprender y regular las emociones dañinas, para dejar de hacernos daño a
nosotros mismos y a las personas que queremos. Igualmente necesitamos
desarrollar las emociones benéficas para uno y para los otros, para aumentar la
capacidad de sentir y hacer sentir bienestar emocional y espiritual.
Las emociones influyen y hasta limitan nuestra inteligencia
para actuar en el mundo, ocasionando distorsiones en nuestras decisiones y
acciones, e incluso en el trato con los otros, lo cual después tiene
consecuencias inesperadas e indeseadas.
La Inteligencia que nos interesa es la capacidad de darnos
cuenta de qué está pasando, dentro y fuera de nosotros, de “Ver dentro de uno”,
de ver claro el estado de nuestra propia mente, para abstenernos de hacer daño
y para hacer el mayor bien posible. Para ello hay que lograr maestría de la
propia mente, para gobernarla en vez de ser gobernados por ella.
En muchas ocasiones nos dominan las emociones destructivas,
sin que ni siquiera nos demos cuenta, es más, llegamos a considerar que no sólo
es bueno sino hasta deseable practicar estas emociones dañinas, que nos llevan
a realizar acciones destructivas, con grandes consecuencias de malestar en la propia vida y
en la de los que nos rodean.
Las emociones destructivas son el apego y la ansiedad, con
sus variantes de codicia, orgullo y posesividad. También la ira y el odio, con
sus variantes de irritabilidad, envidia y agresividad. Todo ello causado por el
obscurecimiento de la mente, con sus secuelas de miedo, decaimiento y
depresión.
La Meditación nos permite entrenarnos para prevenir y curar el
estrés, que es una respuesta emocional no inteligente, inadecuada y excesiva ante los estímulos
desafiantes.
Con la Meditación logramos reconocer las emociones dañinas, postergar la reactividad autodestructiva, y generar respuestas más armoniosas e inteligentes, que nos hagan sentir más felices.
El mundo está lleno de motivos y ocasiones para practicar la Inteligencia Emocional, desde el ruido hasta la
presencia de personas no agradables, desde la dificultad de manejar los pequeños
obstáculos de nuestra vida diaria hasta las pérdidas y fracasos mayores, que no
deseamos pero que ocurren por factores no siempre controlables por uno mismo.
Con la Meditación nos sentimos mejor y podemos ser más felices.