El Budismo es
la Vía hacia el Despertar, y proviene de la raíz sánscrita BUDH que significa
inteligir, darse cuenta, consciencia.
El Budismo
tiene muchos aspectos, el religioso, el psicológico, y el filosófico, en tanto propone
conocer la realidad tal como es (una “práctica” o experimentación de los
principios filosóficos).
Hay entonces
muchas maneras de llegar al objetivo de la práctica budista, la liberación del
sufrimiento.
Las 4 Nobles
Verdades: Ennoblece saber que se sufre, Ennoblece conocer la causa del sufrimiento, ennoblece saber que
la causa del sufrimiento cesa, y hay un camino óctuple para realizarlo.
La causa del
sufrimiento es estar engañado por la sensación de carencia, que nos hace creer
en nuestras limitaciones y estados de no completud.
Darse cuenta
que la sensación de carencia cesa es el Nirvana, el no-fuego del sufrimiento.
Es la liberación. La cesación es lo más importante: Todo lo que surge en la
mente cesa, todas las manchas contingentes que surgen debido al karma –la acción-
cesan. ¿Qué queda? La realidad.
De acuerdo a
diferentes interpretaciones de la realidad existen varias escuelas budistas.
Una es que la realidad es impura y hay que purificarla. Otra es que es impura,
pero se puede transformar en pura. Y otra que sostiene que es pura.
Nos interesa la
última, la que ve la realidad como pura.
Ello se basa en
un texto fundamental, el llamado “Corazón de la Sabiduría” o ‘Perfección de la
Sabiduría’, la Prajñaparamita Sutra,
o “Sabiduría Ida Más Allá”. Más allá de lo ordinario, de lo dual.
Lo dual corresponde
a la visión ordinaria que ve todo como bueno o como malo. Interesa realizar la
visión no-dual, que va más allá de bueno o malo, como experiencia, no como
dogma.
En este texto la afirmación central es:
LAS FORMAS SON
EL VACÍO, EL VACÍO SON LAS FORMAS.
La Vacuidad es
la cualidad de Vacío. Se refiere a que las formas –los fenómenos– son vacías o
carentes de esencia inherente o independiente. Nada se sostiene por sí mismo.
Todo depende de factores prestados, todo es compuesto por componentes que
siempre están cambiando –nunca llegan a ‘ser’– y por tanto ocasionan
sufrimiento, porque todo se descompone, decae, y no queda nada a lo que
aferrarse. Todo es vacío de un ser propio.
El vehículo que
propone realizar esto es el Mahayana: Dice “FORMA ES VACUIDAD”. La Forma, los
fenómenos y el resto de agregados están desprovistos (“vacíos”) de un yo o
identidad substancial.
La dimensión
relativa de la forma es ‘vacía’.
Todos los fenómenos externos e internos están
‘vacíos’ de una identidad absoluta. Va de las formas aparentes a la Vacuidad.
La Vacuidad no
se puede comprender tan sólo intelectualmente, debe experimentarse.
Es por tanto
raro que llegue a vivirse en función de la Vacuidad, que pareciera que recusa
la validez de las formas.
Por eso el
texto mencionado las rescata y pone en valor, porque sólo podemos usar las formas
para darnos cuenta de la No-Forma, la Vacuidad: “EL VACÍO SON LAS FORMAS”.
El vehículo que
aplica especialmente este punto de vista es el Vajrayana. Vajra: Diamante, o
Rayo.
El Vajrayana va
de la Vacuidad a la Forma.
El Tantra
deriva del sistema filosófico Gran Madhyamaka, o Madhyamaka interior, o
Vacuidad Cualificada (gzhen-stong o shentong).
Proviene del Tercer
ciclo de enseñanzas o Tercer Giro de la Rueda del Dharma: Todos los seres están
dotados de la naturaleza de buda, y tienen el potencial de su realización.
Vacuidad
cualificada. Todos los fenómenos están desprovistos de existencia propia, pero
a nivel último la Naturaleza de la Mente es la unión inseparable de Vacuidad y
Claridad [Consciencia]. Esta Claridad [Consciencia] también está desprovista de
existencia propia.
La Naturaleza
de la Mente está desprovista de impurezas, no está desprovista de cualidades.
[El espacio de la mente es inteligente, conoce, y sabe que conoce].
*Es parecido al
Yogacara o Cittamatra (Sólo Mente) pero no es lo mismo.
No es una mera
ausencia o negación de la existencia independiente, sino que también es una
experiencia pura, una presencia no-dual.
Habla de la Iluminación en términos de
la Clara Luz (prabhasvara), talidad (tathata) o semilla de la Iluminación (tathagatagarbha).
Se basa en “VACUIDAD
ES FORMA”, la segunda parte de la aseveración central del Sutra del Corazón, el
Prajñaparamita hrdaya sutra.
Y no se trata
de la forma sólida ordinaria, sino de la Forma insubstancial que adopta la Vacuidad
[una “configuración” transitoria y aparente].
En vez de
considerar la formas como impuras y condicionadas, se abre la mente para
percibir directamente la talidad o la pureza intrínseca de la Forma. La
existencia es totalmente pura desde el ‘sin principio’.
En los sutras
se describe la realidad como imperfecta, irreal como un espejismo, un sueño o
un reflejo. En el Vajrayana la esfera de la forma es abierta, inmaculada e
intrínsecamente luminosa. [La Consciencia].
La Forma no es
un subproducto desdeñable de la Vacuidad, sino que es inseparable de la verdad
última de la Vacuidad.
Primero hay que
comprender la Vacuidad de existencia independiente de todos los fenómenos, y
luego comprender el potencial creativo de esta Vacuidad, que crea todas las
formas, que son intrínsecamente puras, lo cual incluye al cuerpo, la mente, y
el entorno (los fenómenos).
Entonces la
práctica consiste en llegar a ver las formas como puras, incluyendo aún las
emociones conflictivas y el yo, por un proceso de transformación (de impuras a
puras, y también de ir más allá de la forma –Trans-formar).
Así se valora
el flujo de percepción y de consciencia, que substituye la concepción ordinaria
de la realidad, por una visión que integra Forma y Vacuidad, en dirección a
despertar de la condición de ignorancia sobre la realidad de los fenómenos.
Las prácticas
del Vajrayana incluyen las 4 Actividades de:
Pacificación, Incremento, Magnetización
y Destrucción.
Pacificación: Eliminación de cualquier
desequilibrio, sobre todo psicológico.
Incremento: Saturar la propia
experiencia con un sentido de Plenitud, fortaleza y riqueza interna.
Magnetizar: Acopiar confianza en los
propios recursos internos y dejar de ser juguete de las circunstancias.
Destrucción:
Apartar del camino los obstáculos internos más persistentes.
EL GOZO:
Generar estados de consciencia claros y gozosos, a integrar con la comprensión
de la Vacuidad.
ATIYOGA Y EL
CAMINO DE LA LUMINOSIDAD NATURAL
La práctica más
alta de la Vacuidad es propuesta por el Atiyoga (integración primordial, o
natural, dzogchén), parte del Vajrayana, pero no del método de transformación del Tantrayana.
Ya no se trata de purificar ni transformar, sino de la Liberación Natural de
todas las experiencias.
Se basa en la
contemplación no intencional de la Clara Luz de la Conciencia Pura. Es el
reconocimiento de que todas las experiencias son manifestaciones o experiencias
de la fundamental Clara Luz de la Consciencia, lo que lleva a la comprensión de
la verdadera naturaleza de la mente.
Se afirma que
las elaboradas prácticas de otros vehículos budistas más bien obscurecen o
alteran el estado natural de la mente, ya que utilizan un antídoto para
erradicar aquello que trasciende todo antídoto, tratan de purificar lo que ya
es la pureza absoluta (la Vacuidad), o tratan de transformar aquello que ya es
la iluminación misma, la mente natural.
El esfuerzo más
grande consiste en abstenerse de esfuerzo, lo que permite acceder a la
potencialidad primordial o natural original.
Pero no todas
las personas comprenden que no hay nada a qué aferrarse, nada que practicar, que
se trasciende incluso toda noción de alcanzar un resultado más allá del estado
de consciencia presente. Esto no quiere decir inactividad, sino la actividad
más sutil, la contemplativa. Por eso hay muchas escuelas según las capacidades
de los practicantes.
Esto sin embargo
no aleja al practicante de la vida sino que lo sumerge en ella, pues todo es
puro.
En resumen:
El Budismo es
la Vía hacia el Despertar, y proviene de la raíz sánscrita BUDH que significa
inteligir, darse cuenta, consciencia.
Su aspecto
filosófico propone conocer la realidad tal como es, como una “práctica” o
experimentación de los principios filosóficos.
El objetivo de
la práctica budista es la liberación del sufrimiento, el que se afirma que es
ilusorio, debido a un error de percepción e interpretación.
La causa del
sufrimiento es estar engañado por la sensación de carencia, que nos hace creer
en nuestras limitaciones y estados de no completud.
La cesación de
esa apariencia engañosa es lo más importante: Todo lo que surge en la mente
cesa, todas las manchas contingentes que surgen debido al karma –la acción– cesan. ¿Qué queda? La realidad.
Nos interesa la
visión que sostiene que la realidad es pura. La experiencia no-dual, que va más
allá de bueno o malo. Lo Puro.
Las formas –los
fenómenos externos e internos, incluido el yo – son vacías o carentes de
esencia o identidad absoluta inherente o independiente, ni buenas ni malas en
sí mismas. Son Puras.
Esta Vacuidad
no puede comprenderse tan sólo intelectualmente, debe experimentarse. Es una práctica.
La naturaleza
de todos los seres es pura, y todos tienen el potencial de darse cuenta. Observando
su mente.
A nivel último
la Naturaleza de la propia Mente de cada uno es la unión inseparable de Vacuidad
y Consciencia. El espacio de la mente es inteligente, conoce, y sabe que conoce.
Y eso libera del sufrimiento.
El conocer
mismo no sufre, sólo sufre el yo que se cree absolutamente real, cuando es sólo
un instrumento cambiante sin identidad inherente.
Pero cuando
observamos la mente sólo vemos un espacio mental lleno de formas, es decir
pensamientos y sensaciones, que se advierte que surgen de ese espacio. Por eso los
pensamientos no son desdeñables, nos permiten ver la Vacuidad: “EL VACÍO SON
LAS FORMAS”.
Los pensamientos
son formas insubstanciales que adopta la Vacuidad, como una “configuración”
transitoria y aparente. Son el potencial creativo de esta Vacuidad.
Es una
experiencia pura, una presencia no-dual. Iluminación en términos de la Clara
Luz de la Consciencia.
En vez de
considerar las formas como impuras y condicionadas, se abre la mente para
percibir directamente su talidad o la pureza intrínseca de la Forma. La
existencia es totalmente pura.
Esto hace
posible la visión y la práctica de la Liberación Natural de todas las
experiencias, en el Estado Natural del ser humano, lo que pone a su alcance la
felicidad duradera y no contingente.
Texto base para una conferencia del Prof. Juan José Bustamante en la Universidad Católica, el 13 de Mayo del 2015