domingo, 13 de abril de 2014

UNA MENTE DESPEJADA COMO EL CIELO —VASTA Y LUMINOSA



“Cuando la luz abarca todo el cielo,
toda la mente,
es la manifestacion de la unión
con la plenitud en su totalidad”

Dr. Onorio Ferrero

La Meditación, con la práctica, nos libera de nuestros enredos habituales en pequeñas historias y planes, conflictos, preocupaciones, que nos dan un pequeño sentido de nosotros mismos. La meditación nos hace descansar en la consciencia abierta y pura, que es vasta y despejada como el cielo.

En la meditación simplemente observamos en silencio las condiciones cambiantes de la mente, el placer y el dolor, la alabanza y la culpa, la letanía de  ideas, problemas y expectativas que se plantean. Pero no nos perturban.

Sin identificarse con eso, podemos descansar en la propia conciencia, más allá de las condiciones, en la experiencia llamada en la meditación birmana  jai pongsainuestra ligereza natural del corazón, la sensación de una mente y un corazón liviano y descansado. El desarrollo de esta capacidad de descansar en la consciencia, nutre nuestra atención y concentración, lo que estabiliza y clarifica la mente, y desarrolla la sabiduría prajna, que es la facultad de ver las cosas tal como son.

Esto funciona desde el principio de la práctica. Cuando nos sentamos a meditar, la mejor estrategia es observar simplemente cualquier estado de nuestro cuerpo, y dejar que la mente esté presente y relajada en eso, sin elaboración mental. Para sentar las bases de la atención plena, el Buda instruye a sus seguidores en “observar si el cuerpo y la mente se distrae o es estable, si se está enojado o en paz, excitado o preocupado, contraído o suelto, reducido o unido a la plenitud”.

Observando la mente tal como es, se hacen unas cuantas respiraciones profundas y relajadas, y se descubre que hay espacio para cualquier situación con la que nos encontremos, aún con la adversidad.

A partir de esta aceptación, podemos aprender a utilizar el poder transformador de la atención de una manera flexible y maleable. La atención inteligente puede funcionar como una lente de acercamiento, como un zoom.  En nuestra práctica diaria usamos la intensificación de nuestra atención. Una esmerada atención a la respiración o la  sensación, al sentimiento o pensamiento, o al movimiento preciso del cuerpo.

Con el tiempo podemos llegar a estar tan absortos que sujeto y objeto desaparecen. Nos convertimos en la respiración, nos convertimos en el hormigueo en el pie, nos convertimos en la tristeza o la alegría. En esto nos sentimos nosotros mismos naciendo con cada respiración, cada experiencia. El enganche doloroso se disuelve; nuestros problemas y miedos no nos perturban.

Nuestra experiencia del mundo se revela  a sí misma como pasajera y tranquila, inasible y libre. Nace la sabiduría.

Traducido, adaptado y editado de “Una Mente como el Cielo: Atención Sabia, Consciencia Abierta”, de Jack Kornfield