El estrés (del inglés stress,
‘tensión’, que proviene de la física y hace referencia a la presión que ejerce
un cuerpo sobre otro, siendo aquel que más presión recibe el que puede
destrozarse). Es una reacción o respuesta fisiológica y mental del organismo para
afrontar una situación que se percibe como amenazante. Como resultado, aumenta
el riesgo de lesión o enfermedad física y mental.
Los seres humanos estamos dotados de una inteligencia humana
maravillosa para preservar nuestra salud mental fundamental. Darnos cuenta que
tenemos este gran potencial humano, nos brinda una fuerza fundamental. Permite
hacer frente a cualquier dificultad, no importa a que situación nos
enfrentemos, sin perder la esperanza o hundirnos en sentimientos de baja
autoestima.
La
supervivencia está genéticamente codificada en nuestro organismo. Para
asegurarla, un conjunto de cambios fisiológicos se ponen en acto antes que
siquiera un pensamiento cruce por la mente. El cerebro se pone en guardia para
preparar el cuerpo para la acción defensiva. El sistema nervioso se centra
en el estímulo y las hormonas liberadas activan los sentidos, aceleran el
pulso, la respiración y se tensan los músculos. Y el estrés, justamente, es una respuesta ancestral del
organismo de lucha o huida frente a una amenaza de corto plazo.
Los episodios
cortos o infrecuentes de estrés representan poco riesgo. Un determinado grado de estrés es necesario para responder a
determinadas situaciones o alcanzar ciertos objetivos, luego el cuerpo vuelve a
su estado normal. Pero cuando
las situaciones estresantes se suceden sin solucionarse y el stress se prolonga, se ingresa a lo que se denomina la
fase de resistencia y sus efectos son muy nocivos para el cuerpo y la mente. El cuerpo permanece en un estado
constante de alerta, lo cual aumenta la tasa de desgaste fisiológico que
conlleva fatiga o daño físico, la capacidad del cuerpo para recuperarse y
defenderse puede verse seriamente comprometida. Como resultado, aumenta el
riesgo de lesión o enfermedad física y mental.
Hay
formas saludables de manejo del estrés, como adoptar un enfoque activo, una visión
fresca y distinta de la vida. Hacer uso de terapias, deporte y
ejercicio. Contar con un sistema de espiritualidad práctica. Familiarizarse con
la sensación de seguridad y bienestar.
Necesitamos
un manejo saludable del estrés, desarrollando la habilidad del manejo emocional
(no esperar que llegue). Aceptar las experiencias intrusivas, y su manejo. Saber
integrar nuevas situaciones desafiantes. Muy importantes son el entrenamiento
de la mente y la meditación.
El estrés tiene un papel
preponderante en varios tipos de problemas crónicos de salud. El estrés es un
desencadenante conocido para la depresión. Debilita
el sistema inmunológico que tiene como función proteger al organismo contra
infecciones y tumores, (la inmunosupresión: se inhibe la maduración de los
linfocitos que son los encargados de producir anticuerpos e incluso destruirlos,
provocando el debilitamiento del sistema inmune).
Aumenta el riesgo de cáncer y enfermedades
cardíacas (incrementa el ritmo cardíaco y la presión arterial lo cual afecta el
músculo cardíaco y los vasos sanguíneos).
Influencia el ánimo y funcionamiento, distorsiona el sueño, disfunciones sexuales, destruye las relaciones interpersonales produciendo una sensación general de insatisfacción. afecciones musculoesqueléticas.
Influencia el ánimo y funcionamiento, distorsiona el sueño, disfunciones sexuales, destruye las relaciones interpersonales produciendo una sensación general de insatisfacción. afecciones musculoesqueléticas.
Puede producir migraña y dolores
de cabeza, enfermedades gastrointestinales, úlceras.
Alteraciones del humor y del sueño, estómago revuelto, dolor de cabeza y relaciones alteradas con familia y amigos.
Alteraciones del humor y del sueño, estómago revuelto, dolor de cabeza y relaciones alteradas con familia y amigos.
También hay trastornos
psicológicos, como pérdida de autoestima, baja motivación o interés por la
actividad laboral, baja concentración, ansiedad y depresión.
Si la
intensidad y duración del estrés sobrepasan ciertos límites, puede producir
alteraciones considerables en el cerebro. Éstas incluyen desde
modificaciones más o menos leves y reversibles hasta situaciones en las que
puede haber muerte neuronal.
El exceso
de glucocorticoides puede producir toda una serie de alteraciones en distintas
estructuras cerebrales, especialmente en el hipocampo, estructura que
juega un papel crítico en muchos procesos de aprendizaje y memoria.
Algunos
síntomas son el nerviosismo, temblor o inquietud, aceleración del corazón, sudoración,
fallas de la memoria, alteraciones en el ánimo, nerviosismo y falta de
concentración, cambios hormonales importantes que producen dolores en
abdominales inferiores.
Genera
modificaciones neuroendocrinas del hipotálamo (centro de emoción del cerebro), glándulas hipófisis y suprarrenales (centro de
reactividad).
Puede
desencadenar problemas graves de salud. Cuando esta respuesta natural se da en
exceso se produce una sobrecarga de tensión que repercute en el organismo
humano y provoca la aparición de enfermedades y anomalías patológicas que
impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano.
El
estrés crónico está relacionado con los trastornos de ansiedad y puede a
ocasionar una enfermedad que puede alterar la vida de las personas.
Independientemente
de la enfermedad que padezcan los enfermos presentan síntomas comunes:
cansancio, pérdida del apetito, bajada de peso y astenia.
El cerebro
se pone en estado de alerta, se potencia la memoria a corto plazo para no
olvidar la amenaza. En estado de resistencia: Tensión, aumentan la ansiedad y
el miedo y los pensamientos catastróficos.
Dolores de cabeza, insomnio, pesadillas, irritabilidad. Depresión.
Obsesividad. Fobias. Fatiga. Colapsos
nerviosos. Pérdida de la memoria, dificultades de aprendizaje.
La
sangre circula 5 veces más de prisa. Problemas cardíacos por la sobre exigencia
y de hipertensión arterial. Taquicardias, arritmias. Riesgos de embolias por la
coagulación de la sangre.
Aumento
del nivel de la glucosa en la
sangre para llevar más energía al
cerebro y los músculos y el corazón.
Problemas de diabetes por la mayor producción de glucosa que la sangre no sabe cómo manejar. La velocidad de la gluconeogénesis aumenta hasta seis veces. Disminución de la reserva proteica de casi todas las células del cuerpo, menos de las del hígado.
Especialmente, disminuyen los depósitos de proteínas de los músculos. Los músculos de debilitan.
Problemas de diabetes por la mayor producción de glucosa que la sangre no sabe cómo manejar. La velocidad de la gluconeogénesis aumenta hasta seis veces. Disminución de la reserva proteica de casi todas las células del cuerpo, menos de las del hígado.
Especialmente, disminuyen los depósitos de proteínas de los músculos. Los músculos de debilitan.
Incremento
de la presión sanguínea para que haya una mayor circulación de sangre y glucosa
(energía muscular) y para contraer los vasos sanguíneos con la finalidad de impedir hemorragias. Para esto también
aumenta la coagulación. Riesgo de accidente cerebro vascular y embolias.
Provoca
inmunodepresión. La liberación de hormonas de estrés inhiben la maduración de
los linfocitos.
Obesidad y sobrepeso, Pérdida
del cabello, Depresión, Reducción del deseo sexual, Menstruación irregular, Acné,
Úlceras, Insomnio, Disminución de fertilidad, Enfermedades cardíacas.
Un estrés fuerte durante un
corto período es suficiente para destruir varias de las conexiones entre
neuronas en zonas específicas del cerebro. Un estrés agudo puede cambiar la
anatomía cerebral en pocas horas. El estrés crónico tiene el efecto de
disminuir el tamaño de la zona cerebral responsable de la memoria.