“No basta con mirar hacia el espacio de la felicidad o la tristeza, es importante contar con
la pura presencia constante en ese flujo.
[Comentario: Cuando hay felicidad
o tristeza, o cualquier emoción conflictiva, sea miedo, vergüenza o apego, hay
que darse cuenta de su aparición –y sólo podremos hacerlo si estamos
acostumbrados a observarnos. Y cuando aparecen, hay que relajarse y dejar que
estén, y observarlas en silencio, con atención plena, y veremos que no se
sostienen, que dejan de angustiar. A eso se le llama “mirar”, eso es la
meditación.
Pero eso no basta. Hay que darse cuenta que estos pensamientos están hechos
de la dimensión pura de la mente, que es como su materia prima. Se trata de la
Consciencia Pura, que es el puro Darse Cuenta, lo que hace posible la función
cognitiva de la mente. Lo que falta entonces es darse cuenta del darse cuenta. Esto pasa las emociones a un segundo
plano.
En primer plano queda entonces la
verdadera naturaleza de la mente, que tiene tres características: 1. Es
pura y espaciosa; 2. Es inteligente, este espacio mental puro tiene la facultad
de darse cuenta; 3. Tiene un potencial ilimitado, es capaz de manifestarse en
mil formas, sin perder su esencia pura, acoge cálidamente todas las modalidades
de expresión.
Este espacio mental, vacío de formas explícitas –todo está sólo en
potencia, se manifiesta entonces adoptando formas, haciéndose explícito, en un
flujo continuo. Las formas son las emociones, los pensamientos, los recuerdos,
las imaginaciones, los sueños, las sensaciones, etc. Todo lo que aparece en la
pantalla de la mente. Pero todo ese flujo es puro, está ‘hecho’ de la misma
‘materia prima’, la dimensión pura de la mente. De eso debemos darnos cuenta.
A este Darse Cuenta se le llama
‘Presencia Pura’, o simplemente ‘Presencia’.
Esta manera de ver las cosas es la manera de la No Dualidad. Ya todo se ve como una sola cosa, la dimensión pura de
la mente, y no como ‘dos cosas’. Es decir como esencialmente ni bueno ni malo, exclusivamente. Sí, en segundo plano son bueno y malo, pero
esencialmente están por encima de esas categorías, en el primer plano. Ignorar
esto es lo que produce el sufrimiento].
Si el poder de la meditación no es constante,
es imposible permanecer mucho tiempo en
el lugar de la percepción no dual. Los pensamientos que surgen intermitentemente rompen la continuidad, e
irradiando a partir de allí, como
ondas en un estanque, el sabor venenoso
de la emoción surgirá para obstruir la meditación.
A medida que aumentan los pensamientos
groseros, las ondas se convierten en
fuertes olas que intensifican la emoción. Hasta que las sutiles
emociones no queden atrás, no podemos erradicar el sufrimiento, por lo que es de
vital importancia para mantener el estado de meditación.
Cuando ganamos fuerte familiaridad por mantenerse en ese espacio [no dual]
durante mucho tiempo, entonces no importará
ya que los pensamientos surjan, sean groseros o sutiles, y
ya no serán capaces de desalojaros:
al reconocer el primer pensamiento,
cualquier pensamiento que sea, en ese mismo momento, nos
damos cuenta de que es el juego
de la creatividad espontánea de
la dimensión pura de la mente, el dharmakaya [kaya significa
cuerpo, en idioma sánscrito, y dharma
significa verdad. El ‘cuerpo’ de todas las cosas, no obstante su forma, es el
espacio puro de la mente].
Entonces,
[cuando nos damos cuenta del Darse Cuenta],
como una ola que cae de nuevo en el océano, el pensamiento se desvanece en el espacio puro de la
mente, el dharmakaya.
En ese espacio desnudo [de conceptos y formas], el espacio vacío de presencia pura, que es
la Visión [la Visión de que todo es
el espacio puro de la mente, o Consciencia Pura, o Puro Darse Cuenta, o
Awareness], siempre estimaremos
los pensamientos de las cinco
emociones venenosas [No es que las emociones sean
en sí mismas venenosas, aunque lo parezcan, pues nos hacen sufrir. Lo que nos
hace sufrir es el ignorar la verdad, ignorar que estas emociones no son más que
manifestaciones pasajeras y engañosas de una dimensión de la mente que es pura,
no venenosa, más bien es la Plenitud de posibilidades, que ahora se ha
manifestado bajo la forma de malestar, como una consecuencia engañosa debida a
la fuerza de nuestras acciones e impresiones sutiles en nuestra mente, el karma].
Y siempre también estimaremos todos los movimientos de cuerpo, palabra
y mente, y los actos de comer, dormir, moverse y sentarse [no hay que temerle a la acción ni a los movimientos de la
mente –hay gente que cree que la meditación es erradicar todo pensamiento,
cuando de lo que se trata es de que ningún pensamiento nos perturbe].
Por esto se nos conoce como los yoguis y yoguinis que montan guardia delante de la pantalla
de la mente, del espacio puro de la mente, el dharmakaya, que está
aparentemente cambiando de forma, sin cambiar de esencia.
Este es el método supremo de mantener la esencia de
la meditación. De acuerdo con la
enseñanza Dzogchén, a este no
adulterar lo que experimentamos con ninguna clase de
actitud preconcebida, a esto se le llama “la gran meditación que
es no meditación”. [No es una
meditación ordinaria, en el sentido en que se la interpreta corrientemente,
creyendo que la meditación es quedarse sin pensamientos, con la mente en
blanco, ni tampoco aplicando cualquier técnica de meditación conocida, como
mantra, visualización, respiraciones, etc.]”.
Traducido, adaptado y editado con comentarios propios [entre parentesis] de “El
Gran Secreto de la Mente: Instrucciones Especiales sobre la No Dualidad del
Dzogchén”, por Tulku Pema Rigtsal.