Hacer estallar la burbuja de la Inseguridad
y el miedo
y el miedo
La verdadera clave de la seguridad mental es
descansar voluntariamente en nuestra angustia, ya no resistirse a lo que es.
Por más doloroso que pueda ser el hacer frente a nuestros miedos más profundos,
llegaremos a darnos cuenta de que será aún más doloroso no hacerles frente.
Este es un punto crucial en la práctica.
Quizás lo que hace que estemos tan llenos de
angustia sea que realmente no queremos tener
ningún problema. ¿No siempre hemos tenido miedo de los problemas? La sensación
de que las cosas no van bien y que no hay mucho que podamos hacer no es nueva. Siempre
tendremos que lidiar con el hecho de que vivir conlleva dolor.
Mucha gente viene a la meditación con la
expectativa de calmarse y aliviar su estrés. Ciertamente, la meditación puede
hacer esto, pues incluso las prácticas de meditación más superficiales pueden
inducir sentimientos de calma. Sin embargo, cuando estamos hasta el cuello en
la angustia emocional, seremos afortunados si podemos recordar siquiera el
practicar meditación. Para ello deberíamos meditar con regularidad, para estar
preparados para los momentos más críticos.
Cuando la claridad de la práctica se oscurece
por la energía oscura y turbulenta de la inseguridad emocional, es útil tener
algunos recordatorios claros y concisos para traernos de vuelta a la realidad.
4 Recordatorios
para cuando nos sintamos inseguros
1 El primer recordatorio cuando nos va mal es
despertar el recuerdo de la meditación.
Despertar la aspiración significa simplemente
recordar y practicar la meditación. Una vez que recordamos practicar, despertar
la aspiración significa que comenzamos a considerar nuestra inseguridad y
angustia particular como nuestro camino de superación. En lugar de verlas como el enemigo,
como algo de lo que tenemos que deshacernos, en lugar de darle realidad
esencial mediante la solidificación de
los pensamientos alrededor de esa pesadez, y de hacer un drama de lo que le
está pasando a mi "yo", en vez de eso aprendemos a ver la angustia
como nuestra oportunidad de ver más claro y abrirnos. Nos relacionamos con la
inseguridad como nuestro camino hacia el despertar.
Cuando nos encontramos en confusión, podríamos
tener el pensamiento “Así no se supone que sea la vida”. Cuando las cosas no se
ajustan a nuestros deseos, por lo general sentimos que algo anda mal. Pero no
es tanto que algo esté mal, lo que sucede es que nos ponemos en relación con la
vida a partir de una perspectiva estrecha, basada en el miedo, la del “yo
quiero”. Lo que queremos es sentirnos bien, y cuando nuestra angustia emocional
no nos hace sentir bien, casi
instintivamente lo rechazamos. Nuestro malestar genera miedo, y en ese miedo encontramos
aún más malestar. No es de extrañar que vayamos a tender a considerar la angustia como el enemigo, como algo de lo
cual tenemos que deshacernos.
Debemos transformar nuestra perspectiva al
revés hasta entender lo que significa que las dificultades se conviertan en
nuestro camino de superación de la inseguridad. La cuestión principal ya no es
sólo acerca de si no nos sentimos
bien, o si no nos gusta lo que está
pasando. La cuestión principal es estar más despierto, para poder aprender lo
que tenemos que aprender, para dejar de reprimir nuestros corazones y no
rechazar el miedo. Esto no significa que nos tiene que gustar lo malo que nos
toca, lo que significa más bien es que hay que abrirse a lo que suceda, y eso
no depende de que tenga que gustarnos.
2 El segundo recordatorio es despertar la indagación.
La pregunta relativa a la práctica es:
"¿Qué es esto, qué está pasando?” Esto no es una expresión de curiosidad
ociosa, ni es una exploración analítica [No es una reflexión sobre causas y
consecuencias, es sostener ‘la cosa’ presente, en silencio]. Se está
despertando el deseo de conocer la verdad del momento, a través de experimentar
la realidad de nuestro ser. No podremos experimentar la realidad mientras
continuemos culpándonos, regodeándonos en “pobre de mí”, tratando de escapar o negar lo
que está pasando, o dando crédito a los pensamientos a los que damos poder
tales como “Esto no es justo” o “Yo no puedo hacer esto” o “Esto no es para mí”.
El llamado ‘reino’ del pensamiento neurótico es donde nos quedamos atascados,
es donde las cosas se vuelven sólidas, oscuras e inviables. Despertar la
indagación es retomar una y otra vez la experiencia del momento, a la ‘esencia’,
a “lo que es real” en nuestra experiencia, lo cual es cambiante, liviano, y
trabajable.
Hace varios años me enfrenté a un resultado
alarmante en una prueba de detección de cáncer. Después de más pruebas, me
sentí con mucho miedo a la espera de los resultados finales. Practiqué meditación,
preguntándome una y otra vez: “¿Qué es esto?” La combinación de miedo y auto
lástima era poderosa, al igual que el deseo de escapar, pero mi esfuerzo
continuo de retorno a la realidad del momento comenzó a socavar la solidez de
mi inseguridad. La pregunta [silenciosa de poner la consciencia en] “¿Qué es
esto?” trabajaba como un láser en penetrar en la experiencia del miedo en sí.
En un momento de inspiración, me di cuenta de que nada de lo que temía estaba
sucediendo ahora ¡Ni había sucedido nunca! No había más dolor real que el
generado por mis pensamientos. Esta toma de conciencia hizo explotar
efectivamente la burbuja de mi inseguridad y mis temores. La idea no vino del
torturarme con pensamientos catastróficos, sino de quedarse con “Lo que es” del
momento. Venía de indagar, de ser curioso acerca de la realidad esencial de las
cosas.
3 El tercer recordatorio en el trabajo con la inseguridad
es despertar el humor.
O al
menos generar una perspectiva más amplia. Cada vez que estemos obsesionándonos
con algo que está ocurriendo principalmente tan sólo en nuestros pensamientos, será
útil recordar las palabras de Mark Twain: “Soy un hombre muy viejo que he
tenido un montón de problemas. La mayoría de ellos nunca sucedió”.
Una forma de ampliar nuestra perspectiva es
ver las dificultades como tan sólo otro aspecto de nuestro condicionamiento desplegándose
por sí mismo. Cuando recordamos esto podemos decirnos a nosotros mismos, “Aquí
viene otra vez. ¿Cómo será esta vez?” Esto no es un truco para
evitar enfrentar nuestros problemas o temas recurrentes, sino que es un medio
para conseguir la suficiente perspectiva para poder entrar en la dificultad,
sin ser abrumado por ella. Una vez, cuando mi caja de Pandora estaba bien abierta, fui a ver a mi maestra
Joko Beck, para contarle lo que me estaba ocurriendo. Me sentía oscuro y
sombrío, y me sentí avergonzado de
revelar que estaba experimentando tanto miedo. Ella me sonrió y dijo: “Eso es
muy interesante. Echemos una mirada a todo esto”. Eso me dio la sensación de
que no era de mí de quien estábamos hablando, sino tan sólo de “cosas”. Aquí
había una perspectiva más amplia. No es que los temores fuesen tan sólo una
ilusión y que por tanto podían ser ignorados, sino que eran simplemente mi particular condicionamiento.
Ponerlos en este contexto me permitió mirar con más ligereza “mis temores”.
4 El cuarto recordatorio es despertar la Compasión y
la Bondad Amorosa.
Esta es la capacidad de llevar una atención sin
prejuicios a los aspectos no deseados de mi “yo”. Este recordatorio es crucial,
no se puede enfatizar lo suficiente. Es tan natural querer confirmar lo que es
más negativo sobre nosotros mismos que ni siquiera pensamos en la activación de
la compasión o la bondad. De hecho, gran parte de la pesadez de nuestra
angustia proviene de la creencia de que debemos ser diferentes. Especialmente
después de practicar algún tiempo, pensamos que no deberíamos seguir siendo tan
reactivos. Pensamos que ya deberíamos estar más allá de nuestro
condicionamiento. Pero la práctica no funciona de esa manera. Sin embargo,
cuando ablandamos el juzgarnos tan duramente mediante la compasión y el cariño por
uno mismo [compasión es acompañar en el padecimiento, para dar paz], el sentido
del drama y la pesadez se aligera considerablemente.
A veces cuando la inseguridad y la angustia
emocional se presentan particularmente potentes, nada de lo que hemos aprendido
acerca de la meditación para la calma parece funcionar. Las reacciones
emocionales densas e intensas nos pueden dejar confundidos y abrumados. En esos
momentos más obscuros, una práctica sería ser consciente del centro del pecho,
respirando las emociones dolorosas, mediante la inhalación, directamente hacia
el Espacio en el Corazón [no se refiere al órgano cardíaco en sí, sino al Centro
del ser]. Es como si estuviésemos respirando las sensaciones emocionales y
físicas turbulentas directo hacia dentro del corazón. A continuación, en la
exhalación, simplemente exhalamos [y nos relajamos]. No estamos tratando de
hacer o cambiar nada, sino que simplemente estamos permitiendo que nuestro Centro
del Corazón se convierta en un recipiente amplio de consciencia en el que
experimentar la angustia. [Comprobaremos que la mente ‘contenida’ en el centro
del pecho es espaciosa, y hay en ella mucho espacio, tanto, que puede contener
incluso esta ‘enorme’ angustia –pero que al hacer la práctica de meditación se
verá como tan sólo una pequeña nube en el vasto cielo].
[La buena noticia es que] El miedo nos lleva a
ese punto más allá del cual creemos que no podemos ir. Respirar hacia al centro
del pecho, llevando esa respiración directamente al Espacio en el Corazón, abriéndose
tanto al dolor que incluso lleguemos a sentir como que uno se va a morir [y nos convenceremos que uno no
se muere], todo eso nos enseña que la inseguridad y la angustia no nos va a dañar.
Comenzaremos a experimentar la amplitud y espaciosidad del corazón, donde
nuestros más duros juicios sobre uno mismo y nuestros humores más oscuros se
aligeran. Empezamos a entender que la consciencia cura, y que para abrirse a
esta curación, una respiración más en el Espacio del Corazón es todo lo que se necesita.
Descansar relajadamente y voluntariamente en
nuestra angustia, y ya no resistirse a lo que es, esa es la verdadera clave de
la transformación emocional y mental. Por doloroso que pueda ser hacer frente a nuestros miedos más
profundos, llegaremos al punto en que es más doloroso todavía el no hacerles
frente. Este es un punto crucial en la práctica de la meditación.
El sentir las limitaciones de nuestros miedos
y respirándolos hacia el Espacio del Corazón nos permite penetrar las barreras
de protección que nos cierran y bloquean. A medida que empezamos a ir más allá
de la construcción artificial que llamamos nuestro “yo” –el asiento de toda
nuestra angustia emocional– nos adentramos en un recipiente más amplio de conciencia.
Veremos que nuestro drama emocional, aunque angustioso, sigue siendo tan sólo
un conjunto de pensamientos, muchas veces tan sólo memorias dolorosas, tan sólo
sensaciones [muchas de ellas tan sólo nerviosas, no reales]. Quiénes somos en
realidad –nuestra conexión interior básica– es mucho más grande que sólo este
cuerpo, sólo este drama personal.
Haber resuelto la inseguridad una vez, dos
veces, o incluso una docena de veces, no significa que nos quedaremos sin
reacciones emocionales. Pero mantener la imagen más grande de la situación a la
vista nos ayuda a no perdernos en nuestra angustia tan rápidamente, tan intensamente,
o durante el tiempo que nos acongoje. Finalmente empezaremos a entender e
incluso a creer que todos nuestros problemas y temas recurrentes son viables.
Traducido, editado y adaptado de un fragmento del libro Being Zen por Ezra Bayda, quien escribe y enseña en el Zen
Center de San Diego, y publicado en la revista budista Tricycle