La vida es hermosa, aún cuando en ocasiones tengamos
dificultades. La palabra felicidad deriva del latín felicitas, a su
vez de felix,
"fértil", "fecundo", y es un estado emocional que se
produce en la persona cuando está satisfecha, y animada de una serena alegría. Si
nuestro corazón está en paz, entonces la mente estará en paz. Y entonces
nuestros asuntos externos tenderán a ordenarse, y no se convertirán en obstáculo
para gozar de esa plenitud.
Para conectarse con nuestra dimensión feliz más
profunda proponemos que se observe y estudie la propia mente –que se medite– y que
se constate que el estado subyacente a cualquier perturbación superficial es la
satisfacción genuina. Y esto es algo que ya poseemos, profundamente, y es un
lugar puro, luminoso y feliz. No pedimos que se crea en esto, sino que se
constate. Con la experiencia. Y para ello suministramos un medio capaz de hacer
que reconozcamos cuál es nuestra naturaleza más profunda: la Meditación.
La mente es fértil –feliz– y puede generar los estados
mentales más hermosos, si no perdemos de vista esa fuente, esa plenitud de
potencialidades. Si estamos distraídos con nuestros asuntos corrientes –exclusivamente–
perdemos el contacto con esa fuente de felicidad intrínseca. Y sobrevienen las
emociones destructivas, que nos auto destruyen.
La palabra emoción procede de la raíz latina emovere y se refiere a algo que pone a
la mente en movimiento hacia una acción positiva, negativa o neutra. Las
emociones destructivas son también llamadas “obscurecimientos” o factores
mentales “aflictivos”, e impiden que la mente perciba la realidad tal cual es,
es decir crean una distancia entre apariencia y realidad.
La mayor parte del sufrimiento humano se deriva de las
emociones destructivas, como el odio, que alienta la violencia, o el deseo, que
promueve la adicción. Uno de los objetivos fundamentales de la práctica meditativa
es el de reducir el poder de las emociones destructivas en nuestra vida.
Aunque todos los seres, incluidos los humanos,
llevemos siglos experimentando la consciencia, todavía ignoramos qué es, cómo
funciona, y cuál es su verdadera naturaleza.
Dice El Dalai Lama, en “Emociones Destructivas. Un
dialogo cientifico con el Dalai Lama”, por Daniel Goleman:
“Nuestra mente se ve obstaculizada por aflicciones
mentales, que incluyen no sólo los hábitos neuroticos, sino cualquier creencia
aprendida y distorsionada. Pero estas no son intrínsecas a la naturaleza luminosa
misma de la mente, lo cual no es algo que uno logre, sino que es algo
primordial, fundamental o esencial, la capacidad cognitiva pura (rigpa),
que se ve eclipsada por las aflicciones mentales, que son erróneas y son la
fuente de la distorsión del conocimiento. Pero no son consubstanciales a la
naturaleza de la mente. Y aunque surjan en la mente, no afectan el aspecto
fundamental de la mente, su naturaleza luminosa”.