(La foto es de Birdman
levitando ¿O meditando?)
No tienes que pasar demasiado tiempo con
Gonzales Inárritu para darte cuenta que es una persona intensa, con una
profunda pasión y con una mente como torbellino. Para mantener controlada a esa
mente, él medita cada día, a menudo dos veces al día.
“Para mí ahora ya no es algo
de lo que puedo prescindir, es más bien una manera de vivir. Es una condición
para tratar de ayudar a mi mente que siempre está dando vueltas por todas
partes”. Así que por 24 minutos cada mañana, y frecuentemente otra ronda en la
tarde, él trata de “tocar la base con algo. Y pienso que eso me ayuda
enormemente”, dice.
“Estoy consciente de cómo operan
mis demonios. Es una observación. La meditación no es sino observar y
concentrarse profundamente en algo. Con la concentración obtienes una cierta
consciencia. Por tan sólo observar. Es sólo observar, desde mi respiración
hasta cómo me siento. Y observar es como abrir una ventana en un cuarto
obscuro. Hasta que no abres la ventana no ves claramente. Aah, hay una silla
roja allí. Nada cambia, pero ahora ves claramente. Es sólo para saber qué está
pasando en esos cuartos obscuros. Cuando te das cuenta eres un poco más
consciente. Esa consciencia te impide actuar de una manera inconsciente. Esa es la única diferencia. Es una cosa
simple y por eso es que es tan efectiva. Es una práctica que cualquiera puede
hacer.
Inárritu sigue las enseñanzas de
Thich Nhat Hahn, el maestro vietnamita de la atención plena, el mindfulness.
“Meditar es como mi isla que puedo tocar, mi tiempo propio, y donde me siento
completamente, por mí mismo. Es muy hermoso y gentil. Es la cosa más simple,
como respirar. Literalmente el ser consciente de la respiración es una cosa
poderosa”.
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