Para entender cómo el
mundo es una creación de la mente, es útil reconocer que nuestra mente tiene
dos aspectos: la mente ordinaria y la mente iluminada. La mente ordinaria,
también conocida en las enseñanzas budistas mahayana como la mente engañada, es
conceptual, dualista, y emocional. Pero la mente es también iluminada, lo que
es conocido como su estado despierto o la naturaleza búdica –es la naturaleza
verdadera y pura de la mente. Para la mayoría de nosotros, los conceptos
dualistas, las emociones malsanas y las sensaciones obsesivas (particularmente el
fuerte aferramiento y el desear ansioso) de nuestra mente ordinaria cubren el
aspecto iluminado de nuestra mente. Estos pensamientos son como las cubiertas
que obstruyen el darse cuenta
y la manifestación de nuestra verdadera naturaleza, tal como las nubes cubren el sol.
Para comprenderlo mejor hay
que considerar la diferencia entre cómo una persona despierta y una persona
común ven una flor. Cuando una persona despierta ve una flor, lo ve a través de
sus iluminados ojos de sabiduría, que están libres del velo de la dualidad, de
las emociones y de las sensaciones, y que moran más bien en la apertura sin
límites, también conocida como la naturaleza de la “vacuidad”. Por el
contrario, cuando una persona ordinaria ve una flor, lo ve a través de los ojos
de su mente engañada, que se caracteriza por la dualidad. La dualidad conduce
al apego y a la aversión, los cuales, a medida que se hagan cada vez más tensas
y obsesivas, dan como resultado los ciclos habituales de los fuegos artificiales de la
euforia y de la miseria.
Tulku Thondup