Artículo aparecido en
inglés en la revista Tricycle, Winter 2002 como ‘A Refuge into Being. Q & A
in meditation’ . Por Martine Batchelor, autora de “La Meditación para la vida”,
fue una monja Zen en Corea por diez años, y ahora es casada y enseña
meditación.
Cuando se medite sobre un objeto específico, como la respiración, ese
objeto ayudará a desarrollar la concentración, y la concentración permitirá
cultivar una mente tranquila y espaciosa. Pero se debe tener cuidado de no
enfocar la atención demasiado en el objeto, ya que esto puede limitar la
práctica. Se debe mantener su enfoque principal en el objeto de meditación,
pero tratar de hacerlo con una conciencia muy abierta. Cuando se atienda a la
respiración, por ejemplo, permitirse ser también consciente de lo que está
sucediendo en y alrededor de uno. Ser consciente de los sonidos, los
pensamientos, sensaciones, sentimientos, pero sin quedarse fijado en ellos, sin
aferrar nada, ni rechazar ninguna de estas cosas.
Cuando se medita sin un objeto específico, se está tratando de estar al
tanto de todo lo sucede en ese momento,
sin fijación. Simplemente se nota lo que surja, en el mundo o en la mente, con una
conciencia que no discrimina. Esta práctica de conciencia abierta puede ayudar
a ser tranquilo y espacioso, sin embargo, se debe tener cuidado de no llegar a
ensoñar. Hay que estar alerta, quieto, y presente. Esto requiere de energía,
dedicación y confianza en la práctica y en la propia naturaleza despierta, o ‘naturaleza
de buda’ en ese momento.
También se debe tener cuidado de no identificar la meditación
exclusivamente con la concentración [que busca sólo calmar la mente, llamada
meditación Shamatha]. También es
esencial cultivar la investigación o meditación analítica [no se trata de un
análisis racional sino por una observación aguda y penetrante de los fenómenos,
en silencio interior. También se le llama meditación de Atención Plena, Vipasyana (o Vipassana) o Lhagthong].
Esta es la meditación que se apoya en aquella cualidad de la mente que observa
y ve clara y directamente [sin inferencias lógicas] la naturaleza transitoria y
condicionada de la realidad [Todo cambia, todo depende de causas y condiciones].
Ya sea que se esté enfocando en un
objeto específico o no, el cultivo de la investigación requiere profundizar e
investigar la naturaleza de cada fenómeno en el propio campo de conciencia. Ya se trate de la
respiración o de un sonido o de un pensamiento, cada cosa puede ser vista como
condicionada y en constante cambio.
Es esencial que ambas meditaciones se cultiven juntas y en armonía, usando
los elementos tanto de la concentración como de la investigación. La
concentración dará estabilidad, quietud
y espaciosidad. La investigación traerá un estado de alerta, intensidad, brillo
y claridad. Combinados, ayudarán a
desarrollar la conciencia creativa, la capacidad de aplicar una mente meditativa a todos los aspectos de la
vida diaria. De esta manera la meditación se convierte tanto en refugio y en
formación: un refugio en el ser, y un entrenamiento en el hacer.
En la tradición del zen coreano hay un método de meditación que utiliza la
pregunta "¿Qué es esto?" a fin de cultivar la concentración y la
investigación juntas. Cuando uno se sienta o camina y medita, se pregunta
"¿Qué es esto?". La repetición de esta pregunta se desarrolla en concentración [sin análisis racional ni
elaboración discursiva], ya que esto nos regresa a la plena conciencia del
momento presente. Tan pronto como se da cuenta de la distracción por sucesos
pasados, las ansiedades acerca del presente, o por sueños futuros, uno pregunta
"¿Qué es esto?" [pero no se responde con palabras, se queda
observando atentamente lo que se siente, sin comentario ni juicio alguno]. De
esta manera el poder del cuestionar disuelve la distracción.
Uno no repite esta pregunta como un mantra [ni siquiera como una pregunta
normal, que busca una respuesta], sino con un profundo sentido de
cuestionamiento. Esto no es una tarea analítica o intelectual [sino de tratar
de comprender algo por la simple observación]. (Hay que tener cuidado de no
hacer la pregunta con la cabeza, sino con todo el cuerpo; a veces se recomienda
hacerlo con la parte baja del abdomen). Uno no se pregunta sobre un tema
específico, ni se está buscando una respuesta específica. Lo que se está
haciendo es preguntarse meditativamente, a partir de la experiencia, abriéndose a
momento presente completo [al preguntarse, la distracción desaparece], al
aspecto cuestionable y misterioso de la vida misma y al lugar de uno en ella. Estás
preguntándolo, porque realmente no lo sabes.
Al igual que con la meditación sobre la respiración, la pregunta es el
objeto principal de la concentración, pero es preguntada con una conciencia
totalmente abierta. Este tipo de meditación ayuda a estar centrado y conectado
a tierra, pero abierto y espacioso al mismo tiempo. Ayudará a ser más flexibles
y creativos mediante el aflojamiento de los aferramientos y las fijaciones. Tu
corazón se abrirá en una manera sabia y compasiva a ti mismo y a la vida en
todos sus aspectos extraordinariamente diversos.
Traducido y editado por
Juan José Bustamante