“Tengo tantos
problemas que no puedo meditar”. Hay
momentos tan alterados que uno no puede ni se le ocurre meditar. Afortunadamente hay maneras de manejar crisis
y aburrimientos que no implican grandes o largos esfuerzos.
Podemos entrenarnos
en hacer pausas, meditaciones de un instante, muy cortas, cuando no podemos intentar
sesiones largas ni tenemos el tiempo, y que incluso podrían aburrir si no se
consiguen resultados inmediatos. A veces perdemos toda la lucidez, y allí sería
bueno contar con formas de auto recuperación más rápidas y eficaces.
“Cómo
quieres que me calme con esta ansiedad”. Justamente puedes aliviar esa angustia
aprendiendo a no alimentarla, a incluirla en vez de luchar con ella.
“Ni
se me ocurre”. Nos falta familiaridad con el alivio, ni siquiera sabemos que
podemos aliviarnos de este malestar. La calma no va a surgir milagrosamente si no
haces algo para que aparezca; eso se puede entrenar.
En
un instante podríamos cambiar la actitud y por tanto la sensación de malestar
de ciertas experiencias. ¿Qué hacer cuando haya insomnio? ¿O cuando haya ansiedad social? O procastinación.
Podemos
practicar instantes de meditación en medio del tráfico, de una congestión de
vehículos, sobre todo cuando uno está apurado, delante de un semáforo en rojo.
Incluso cuando caminamos paseando podemos disfrutar más del medio ambiente, de
la naturaleza y del ejercicio. Por ejemplo podemos tener una actitud más libre
y descansada cuando se hacen compras en el supermercado o el mercado, o aún en
un centro comercial.
Como
sentir rabia es tan desagradable, llega a hacerse una necesidad reemplazarla
con una actitud meditativa y compasiva. La cólera que sentimos en una discusión doméstica
o laboral, o ante una injusticia, nos hace daño y hasta nos enferma. Incluso
cuando comemos podemos alimentarnos con más placer, más sanamente, con
cantidades y comidas que no se conviertan en gordura o enfermedad. Y cuando nos
vamos a dormir, podemos descansar con mayor calidad, con mayor felicidad.
Es
válido buscar modalidades terapéuticas de la meditación a fin de aliviar la
ansiedad y la angustia, que son formas dolorosas de sufrimiento, aunque la
meditación en sí tenga fines más amplios que tan solo calmarse. Y es a través
de este acercamiento gradual que se van encontrando respuestas a preguntas
existenciales más hondas, según se vaya necesitando. Insensiblemente se irán
cambiando conductas, conceptos, y estados de malestar por otros de bienestar.
Llegar a calmarse en ocasiones en las que antes uno no podía calmarse es un alivio y
una bendición.