La Felicidad puede aprenderse y practicarse.
Nuestras vidas pueden ser más agradables. La Felicidad con mayúscula es la
Felicidad Interior. Dependemos del éxito exterior, pero apenas las
circunstancias cambian, ¿cuán estable somos por dentro? La serenidad a pesar de
todo, de todos los cambios, de todas las inseguridades, es una posibilidad
real.
Pregúntate: Eres feliz, profundamente? ¿Practicas
la Felicidad todos los días? ¿Estás dejando la felicidad al azar de las
circunstancias? ¿No te come el día a día? La sensación de avance real es muy
lenta, y siempre tenemos ansiedad por más. Detrás de todas las experiencias
cotidianas, ¿no hay una angustia general que nos empeñamos en desaparecer con
el consumo, la distracción, el agrado pasajero? ¿No estamos recomenzando siempre,
con incertidumbre por el futuro?
Todos buscamos la Plenitud, bajo sus apariencias de
buena salud, prosperidad segura, afectos cálidos y para toda la vida. Pero los
problemas diarios nos abruman, y el aburrimiento amenaza con volver ya no más
atractivos los logros difícilmente alcanzados. La Plenitud no parece ser parte
de nuestra agenda diaria.
Hay un estado de seguridad interior, de profunda
satisfacción, que no se ve amenazada por las variaciones del tiempo y las
crisis. Para alguien que practique la Felicidad Interior todo se vuelve más
agradable, la sensación de alivio es más frecuente y hasta permanente. Hay un
estado de flujo, de armonía que deshace todas las trabas, que hace que los
obstáculos ya no importen tanto, que las pérdidas sean más llevaderas.
El gozo interior es una posibilidad real.