La Consciencia es
algo maravilloso e ilimitado que tenemos todos los seres, pero que conocemos y usamos
limitadamente, más que nada para informarnos y darnos cuenta de lo que sucede
en el mundo externo a nosotros mismos, a través de los sentidos, que es sólo
una parte de la realidad. Esa experiencia frecuentemente es estresante e incómoda.
Pero no usamos la
consciencia para saber qué es lo que pasa en nuestro interior, en nuestra
mente, en nuestros sentimientos, los que percibimos parcialmente y sin
claridad, cegados por nuestras tensiones y emociones negativas, muchas veces negándolos,
tapándolos con distracciones y entretenimientos, para olvidar las sensaciones
desagradables que lamentablemente abundan.
Hay una armonía
interior ignorada, ocultada detrás de tanta información, estrés y angustia que
caracterizan el mundo actual. Si tan sólo la descubriésemos, podríamos vivir
más tranquilos y contentos.
Para acceder a
ella se puede hacer meditación de calma mental, y con ello desarrollar una
visión que penetre más allá de las apariencias.
La
meditación deshace el montaje de nuestra realidad aparente, que la cultura
y nosotros mismos hemos construido, quizás irrealmente, con tanta agitación
mental, con tanto apego y aferramiento al miedo y a las memorias dolorosas.
Tan sólo conocemos
cosas, usamos la consciencia para
conocerlas, pero ignoramos la potencialidad ilimitada de esa Consciencia en sí,
que estamos usando siempre para conocer, sin reconocerla a ella misma.
El contento está aquí,
en nuestra propia mente, esperando a que dejemos caer las tensiones y creencias
que lo velan y ocultan.
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