sábado, 24 de marzo de 2012

TODO ES NATURALMENTE PERFECTO TAL COMO ES


Por Dilgo Khyentse Rinpoche, maestro de meditación

Sin ningún esfuerzo o necesidad de la práctica que sea, la liberación o la iluminación ya está aquí. Practicar cotidianamente la Gran Perfección –el sistema que llamamos Dzogchén–  es sólo la vida cotidiana en sí.

Puesto que el estado de subdesarrollo no existe en ningún ser humano, no hay necesidad de comportarse de alguna manera especial o ni de hacer ningún intento de alcanzar algo por encima y más allá de lo que realmente ya eres.

No debe haber ningún sentimiento de esfuerzo para llegar a alguna “meta increíble” o a un “Estado avanzado”. Luchar por tal estado es una neurosis que sólo nos condiciona y sirve para obstruir el libre flujo de la Mente.

También debemos evitar pensar en nosotros mismos como personas sin valor –somos por naturaleza libres y no condicionados. Estamos intrínsecamente iluminados y no nos falta nada. Al involucrarnos en la práctica de la meditación, debemos sentir que es tan natural como comer, respirar y defecar. No debería convertirse en un evento especializado o formal, inflado ni con seriedad ni solemnidad.

Deberíamos darnos cuenta de que la meditación trasciende el esfuerzo, la práctica, los objetivos, las metas y la dualidad de liberación y no liberación.

La meditación tal como te salga es siempre la ideal, no hay necesidad de corregir nada. Puesto que todo lo que surge es simplemente el juego de la mente como tal, no hay algo así como ‘una  meditación satisfactoria’, y no hay necesidad de juzgar los pensamientos como buenos o malos. Por lo tanto, sólo debemos sentarnos y reconocer. Basta con permanecer en el propio lugar, en tu propia condición tal como es.

Olvidando los sentimientos de consciencia de sí mismos, no tenemos que pensar “estoy meditando”.

Nuestra práctica debe ser sin esfuerzo, sin tensión, sin intentos de controlar o forzar y ​​sin tratar de llegar a ser “pacífica”. Si nos encontramos con que nos estamos perturbando de cualquiera de estas formas, dejamos de meditar, y simplemente descansamos o nos relajamos un rato. Luego reanudamos nuestra meditación.

Si tenemos “experiencias interesantes” ya sea durante o después de la meditación, debemos evitar hacer algo especial de ellas. Pasar el tiempo pensando acerca de estas experiencias es simplemente una distracción y un intento de convertirse en algo antinatural. Estas experiencias son simplemente signos de la práctica y deben considerarse como eventos transitorios. No debemos tratar de volverlos a experimentar porque hacerlo sólo sirve para distorsionar la espontaneidad natural de la mente.

Todos los fenómenos son completamente nuevos y frescos, absolutamente únicos y totalmente libres de todo concepto de pasado, presente y futuro. Ellos son experimentados en la atemporalidad. El flujo continuo de nuevos descubrimientos, la revelación y la inspiración que surge a cada momento es la manifestación de nuestra claridad.

Debemos aprender a ver la vida cotidiana como un símbolo de la realidad (mandala) –las franjas luminosas de la experiencia, que irradian espontáneamente a partir de la naturaleza libre y vacía de esencia inherente de nuestro ser. Los aspectos de nuestra realidad son los objetos del día a día de nuestra experiencia de vida, moviéndose en la danza o juego del universo. Por este simbolismo el maestro interior revela el significado profundo y último del ser.

Por lo tanto debemos ser naturales y espontáneos, aceptando y aprendiendo de todo.
Esto nos permite ver el lado irónico y divertido de los acontecimientos que usualmente nos
irritan. En meditación podemos traspasar la ilusión de pasado, presente y futuro –nuestra  experiencia se convierte en la continuidad del ahora. El pasado es sólo un recuerdo poco fiable sostenido en el presente. El futuro es sólo una proyección de nuestras concepciones actuales. El presente mismo se desvanece tan pronto como tratamos de aferrarlo. ¿Entonces por qué molestarse con el intento de establecer la ilusión de un territorio sólido?

Debemos liberarnos de nuestros recuerdos y preconceptos de la meditación. Cada momento de  meditación es completamente único y lleno de potencialidad. En esos momentos seremos incapaces de juzgar nuestra meditación en términos de experiencias pasadas, teorías o seca retórica hueca. Simplemente sumergirse directamente en la meditación en el momento presente, con todo el ser, libre de hesitaciones, aburrimiento o excitación, eso es Iluminación.