domingo, 24 de agosto de 2014

LA MEDITACIÓN ES ATENCIÓN Y RECONOCIMIENTO.


Reforzar nuestra capacidad natural para la Atención

Los buenos meditadores observan siempre su mente tranquilamente, alertas y conscientes. No están empujando o corriendo detrás de cada pensamiento, por eso no se cansan.
Pueda ser que no estén trabajando con su mente directamente, como en la sesión de meditación, y estén haciendo otra cosa, pero siempre están alertas y relajados, manteniendo su firmeza interior.

No hay que estar ‘cazando’ ni persiguiendo los pensamientos. No tratamos de controlar nuestros pensamientos o emociones, tan sólo descansamos naturalmente, mientras los observamos, atentos.

Mantenemos la mente en calma, lo que mantiene a los pensamientos y emociones en calma, como un buen pastor con sus ovejas. Así no ponemos nerviosos a los pensamientos, eso nos da aún más calma.

Pero no basta con mantener la calma. Eso se puede acabar con el cambio de circunstancias.
Para tener una verdadera libertad en la mente, debemos meditar para reconocer la verdadera naturaleza de la mente, en si misma. Así no seremos gobernados por los pensamientos o emociones, por las circunstancias. Esté soleado o haya tormenta, la mente estará firme.

Para cultivar una mente firme debemos trabajar con la mente misma. Eso descubre la calidad inherente del darse cuenta meditativo, la Atención o consciencia meditativa.

La Atención

La Atención o Consciencia es la cualidad natural de conocer de la mente, presente en nosotros todo el tiempo. No podemos funcionar sin atención, y sin embargo no siempre la reconocemos; es más, casi nunca lo hacemos. La meditación nos enseña a reconocer la Atención que ya tenemos. Hay tres tipos de Atención: Atención Normal, experimentada antes de meditar. La Atención Meditativa, que sucede con el reconocimiento de la Atención misma. Y la Atención Pura, que ocurre cuando nuestro reconocimiento se profundiza y experimentamos directamente la verdadera naturaleza de la Atención.

Atención Normal

Es la Atención que sucede sin ser reconocida. Estamos tan preocupados e identificados con cada idea e imagen que surge nuestra mente mientras hacemos lo que hacemos, que no reconocemos la facultad con la que percibimos y nos damos cuenta, la Atención misma.

Hay dos formas de Atención Normal: una es atenta y presente, la otra es distraída. Ninguna reconoce la Atención o Consciencia.
Miramos una flor mientras podemos estar pensando en comer, en amigos o películas. O vamos a algún lugar sin darnos cuenta cómo llegamos. La Atención está cubierta, ocultada por las distracciones, por la mente hablándose a sí misma, por nuestras fantasías. La Atención puede obscurecerse. pero no desaparecer.

Cuando ponemos atención, sea al lavar platos, manejar un auto o resolver problemas, nos mantenemos enfocados en la tarea. La mente está atenta al objeto de la atención, pero la atención misma no se reconoce.

Podemos estar enfocados inclusive en estudios sobre la meditación, la mente y la libertad, pero la atención no descubre el estado natural de la mente original, que es donde encontramos la verdadera libertad. Para eso necesitamos reconocer la Atención.

Atención Meditativa

La meditación requiere algún grado de estar consciente de la Atención misma. Con ella llegamos a conocer las cualidades de la mente misma, y no sólo los fenómenos percibidos por la mente.

Cuando comenzamos a meditar usamos algún soporte, como la respiración, etc. y dejamos descansar la Atención en el soporte. Pero poner atención no es todavía meditación. Los dos ingredientes críticos para que haya meditación son la intención y el reconocimiento. Comenzamos poniendo atención en el soporte a propósito, es aquí donde entra la intención. También estamos dándonos cuenta  de lo que está sucediendo mientras está sucediendo (poniendo Atención), es aquí donde entra el reconocimiento. Por ejemplo al respirar conscientemente no perdemos contacto con todo lo demás, estamos completamente atentos o conscientes de la respiración, pero también sabemos que estamos atentos o conscientes.

Por ejemplo usemos una flor como soporte de la Atención. Ponemos atención al objeto –la flor– y lo usamos para sostener el reconocimiento de nuestra Atención. El objeto de la meditación ‘soporta’ el reconocimiento de la Atención. El Buda decía “Cuando el practicante camina, sabe que está caminando”. Este saber, este reconocimiento, es meditación.

Una vez que reconocemos la Atención, podemos continuar usando el soporte si es útil, pero no de manera estrecha, reducida. Usar un soporte para la meditación, tal como la respiración o algo visual, se convierte en un medio para llegar a un estado de la mente más espacioso,  y relajado. Este reconocimiento sucederá, será producido por la intención y la motivación. El soporte funciona como medio para descubrir y reconocer las cualidades de la mente.

Atención Pura

Cuando se profundiza la Atención Meditativa, podemos comenzar a experimentar la Atención Pura. No se trata de algún estado extraordinario de consciencia. De hecho, una de sus características es que es completamente ordinaria. Es simplemente la extensión del primer atisbo de Atención que sucede cuando comenzamos a meditar. Sin embargo el proceso de la meditación nos conecta no sólo con la presencia de la Atención, sino con la naturaleza misma de la Atención. Una vez que reconocemos esta Pura Atención, todo el camino al Despertar nutre y estabiliza este reconocimiento, y lo integra con cada aspecto de nuestra vida.

La Meditación de Poner Atención

Se alternan soportes para poner la atención sobre ellos. Si nuestra mente, inquieta como un mono, quiere distraerse llevando la atención a algún episodio del pasado o a una imaginación del futuro, regresamos al soporte. Sin juzgarnos, sin desanimarnos o desesperanzarnos, tan sólo regresamos y continuamos.

Se pueden usar alguno de estos soportes para sostener nuestro reconocimiento de la Atención.

Al comienzo, incluso antes de realizar algún ejercicio de atención, lo mejor es tan solo descansar la mente, en cualquier postura, informalmente. Húndete en el sofá. Imagina como cuando terminas de hacer un ejercicio extrafuerte, como subir a pié por una escalera veinte pisos: Ahhhhh! Descansa…
Descansar la mente de esta manera, es  meditación.

Esa sensación de descansar, de dejar que todo surja en la mente, sin tratar de controlar nada, esa mente del “Ahhhh” se acerca a la consciencia natural, la Atención Pura. Le llamamos “Atención o consciencia abierta” o “meditación sin soporte”.

Si le añadimos a eso la intención de meditar, la  motivación ayuda a darse cuenta de la Atención o consciencia. Pero por otro lado si le ponemos demasiado énfasis a la intención, con demasiada expectativa, eso puede llevar a tensiones y a decepciones. Se puede combinar la intención y el propósito con la mente relajada del descanso.

Este ejercicio puede ser repetido muchas veces. No hay que tratar de aferrarse a la Atención o consciencia. Cuando se encuentre que la mente está vagando, tan sólo regresar al ejercicio y comenzar de nuevo.

Meditación de Atención con Respiración

–Sentarse en una postura relajada y erguida, ojos abiertos o cerrados.
–Descansar un momento en consciencia abierta, traer a la mente esa sensación de hundirse en el asiento a descansar después de un fuerte ejercicio.
–Ahora respirar normalmente por la nariz, trayendo la atención a la respiración fluyendo naturalmente hacia adentro y hacia afuera.
–Al final de cada exhalación, descansar la  atención un instante en el intervalo natural, sin forzar, antes de la siguiente inhalación.
–Si la mente vaga, simplemente traerla de regreso a la respiración.
–Continuar por diez minutos.
–Concluir el ejercicio con el descanso en la atención o consciencia abierta.

Traducido, extraído y editado de un artículo por Yongey Mingyur Rinpoché, “The Good Shepherd” en Tricycle, Summer 2014, que a su vez es un extracto de su libro “Turning Confusion into Clarity”. Yongey Mingyur Rinpoché es discípulo e hijo de Urgyen  Rinpoché, un gran maestro de meditación Dzogchén.