miércoles, 29 de junio de 2011

Vivir en una gran ciudad altera físicamente el cerebro: Una razón más para meditar

Del Diario ABC de España
Por JUDITH DE JORGE / MADRID
Día 23/06/2011

El tráfico, los atascos, los ruidos, las prisas... Vivir en una gran ciudad se asocia comúnmente con un mayor riesgo de sufrir ansiedad y trastornos en el estado de ánimo, algo que cualquier habitante de un centro urbano puede haber experimentado alguna vez por sí mismo. Pero no es solo un axioma, la vida en una ciudad puede afectar realmente al cerebro. Un equipo internacional de investigadores ha descrito por primera vez cómo los «urbanitas» sufren alteraciones en dos regiones cerebrales que regulan la emoción y el estrés. El descubrimiento, publicado en la revista «Nature», que le ha concedido la portada, puede favorecer estrategias que mejoren la calidad de vida de los habitantes de núcleos densos.

«Resultados anteriores han demostrado que el riesgo de desórdenes de ansiedad es un 21% mayor para los habitantes de las ciudades, quienes también incrementan sus posibilidades de sufrir trastornos en el carácter en un 39%», explica Jens Pruessner, coautor del artículo e investigador en el Douglas Mental Health University Institute en Montreal (Canadá). «Además, la incidencia de la esquizofrenia es casi el doble en las ciudades», añade.

Junto con sus colegas del Instituto Central de Salud Mental en Mannheim, Pruessner observó la actividad cerebral de voluntarios sanos de áreas rurales y urbanas. Con resonancia magnética, los investigadores comprobaron que la vida urbana está asociada con respuestas de mayor estrés en la amígdala, la zona involucrada en la regulación del afecto y el estrés. «Futuros estudios deben aclarar la relación entre la psicopatología y estas relaciones en los individuos con desórdenes mentales».

http://www.abc.es/20110623/ciencia/abcp-vivir-gran-ciudad-altera-20110623.html

MEDITAR ES EXPONER LA HABLADURÍA DEL EGO

La práctica básica de meditación está relacionada con exponer la permanente habladuría inconsciente de ego, así como exponer sus maniobras conscientes. Otras escuelas de pensamiento pueden decir que la práctica de meditación trata de que la mente alcance estados más altos, ganar más, o llenar su mente con toda clase de cosas. En otras palabras, estas actitudes están relacionadas con numerosas técnicas. Pero aquí la idea de meditación no está diseñada para lograr algo o producir más, sino más bien soltar y dejar que las cosas se caigan.

De “Meditación relacionada con el yo”, Seminario no publicado, por Chogyam Trungpa Rinpoché, Los Ángeles 1972

RETIRO DE MEDITACION INTENSIVA DE UN DIA 2 de Julio 2011

Sábado 2 de Julio, de 10.30 am a 5.30 pm
en Calle Enrique Palacios 1125-C, Miraflores

1ra Sesión AM:


Beneficios de la Meditación Intensiva 10.30-11 am
Meditación de Paz en la Mente 11 -11.45
Meditación caminando 11.45-12
Meditación con Visualizacion 12-12.45
Recomendaciones para comer con Atencion Plena 12.45-1

Tiempo para ir a almorzar (podemos ir en grupo) 1-2.30

2da Sesión PM:

Diferencias entre Meditación y Contemplacion 2.30-3 pm
Meditacion y Contemplación 3-3.45
Meditación caminando 3.45-4
Meditación de Compasion 4.45 -5.30

Donación : S/. 50

sábado, 25 de junio de 2011

Meditacion es reposar en la Naturaleza de la Mente

Texto de Tulku Urgyen Rinpoché, adaptado de “Repetir las Palabras del Buda”, Ediciones Dharma, Novelda (España) 2002. La adaptación y comentarios entre corchetes […] son nuestros.

“El estado de desarrollo en la meditación implica reposar simplemente en la esencia de la mente. Se realiza a partir de la meditación de reconocer esa esencia, el llamado ‘samadhi de la Talidad’ [llegar a conocer las cosas verdaderamente ‘tal como son’, espaciosas o vacías de realidad inherente, irradiándose a partir de ese ‘espacio’ vacío, y sin limites ni trabas –es decir que se auto liberan], o reconocimiento de la naturaleza verdadera de la mente, o naturaleza de buda, llamado también el estado de dharmakaya [‘cuerpo’ ‘hecho de la realidad’ de un ser despierto, o ‘buda’, la pura espaciosidad primordial de la mente, antes que surjan pensamientos. La materia prima de la mente no es más que espaciosidad pura y libre].

Si no hemos reconocido esta naturaleza en nuestra experiencia personal podemos acercarnos a ella [percibiendo en la meditación como es que] todos los fenómenos, todos los mundos y los seres, se disuelven en el espacio vacío de la mente [espaciosidad o ‘vacuidad’, también llamada ‘Base’].

De la gran vacuidad se manifiesta la claridad del conocimiento [surgen los pensamientos en general –y se reconocen como espaciosos], tal como el sol alzándose en el cielo y emanando luz. Esto recibe el nombre de samadhi [absorcion] de la iluminación (al cual se le llama samboghakaya [cuerpo o dimensión de gozo]) [o ‘cuerpo’ ‘hecho del placer’, placer de ver cómo todo lo que surge de la Base no es más que una manifestación pura y no sólida de la espaciosidad pura de la Base, es decir que los pensamientos no son sólidos sino espaciosos –ni siquiera la sensación del sufrimiento es tan real como parece, es más bien engañosamente sólida o ‘real’].

Medio Ambiente: El futuro no daña. Todavía

Por Matthieu Ricard
The New York Times | Opinión
Publicado: 23 de junio de 2011

Cuando, temprano por la mañana, me siento en el pequeño prado enfrente de mi ermita en una tranquila colina, a dos horas de Katmandú en Nepal, mis ojos captan cientos de kilómetros de altos picos del Himalaya brillando con el sol naciente. La serenidad de los paisajes se mezcla de forma natural a la perfección con la paz interior. Es verdaderamente un largo camino de la frenética vida de la ciudad que una vez viví.

Pero la paz que conozco ahora no escapa del mundo abajo - o de la ciencia que una vez estudié. Trabajo con los problemas más complejos del mundo real en 30 clínicas y escuelas que Karuna-Shechen, la fundación que creé con unos amigos y benefactores dedicados, que operan en el Tíbet, Nepal y la India. Y ahora, después de 40 años entre estas majestuosas montañas, me he vuelto muy consciente de los estragos del cambio climático en el Himalaya y en la meseta tibetana. Desde donde me encuentro en mi pequeño prado, es muy triste ser testigo de como los picos del Himalaya se vuelven cada vez más y más grises, a la vez que los glaciares se derriten y la nieve desaparece.

El debate sobre el cambio climático es conducido principalmente por personas que viven en las ciudades, donde todo es artificial. Ellos en realidad no experimentan los cambios que están teniendo lugar en el mundo real. La gran mayoría de los tibetanos, nepaleses y butaneses que viven a ambos lados de la cordillera del Himalaya nunca han oído hablar del calentamiento global, ya que tienen poco o ningún acceso a los medios de comunicación. Sin embargo, todos dicen que el hielo no se forma tan densamente como antes en los lagos y en los ríos, que las temperaturas invernales son cada vez más cálidas y que las flores de la primavera llegan antes. Lo que no saben es que éstos son síntomas de peligros mucho mayores.

En el hermoso reino de Bután, donde pasé nueve años, investigaciones recientes realizadas por el único especialista en glaciares del país, Kharma Thoeb, han demostrado que una morrena[1] de una presa natural que separa los dos lagos de origen glaciar en la zona de Lunana, tiene hoy en día sólo 31 metros de profundidad, en comparación con los 74 metros que tenía en 2003. Si esta pared da paso, unos 53 millones de metros cúbicos de agua se precipitarán hacia el valle de Punakha y Wangdi, causando un inmenso daño y pérdida de vidas. En total hay 400 lagos glaciales en Nepal y Bután que pueden romper sus diques naturales e inundar áreas pobladas en las partes más bajas de los valles. Si estas inundaciones ocurren, los glaciares se reducirán cada vez más. Esto causará sequía, ya que los arroyos y los ríos no estarán alimentados por el deshielo.

Climatólogos chinos han llamado a los glaciares del Himalaya y a otras montañas importantes situadas en la meseta tibetana, el “tercer polo” de nuestro enfermo planeta. Hay 40,000 grandes y pequeños glaciares en la meseta tibetana y esta área se está derritiendo a una tasa de tres a cuatro veces más rápido que los polos Norte y Sur. La fusión es especialmente rápida en el Himalaya por la contaminación que se deposita sobre la nieve y los glaciares se oscurecen, lo que hace que sean más absorbentes de la luz.

De acuerdo con agencias internacionales de desarrollo, cerca de la mitad de la población de China, Myanmar, Tailandia, Laos, Camboya, Vietnam, India y Pakistán; dependen de la cuenca de los ríos de la meseta tibetana para su agricultura, el abastecimiento de agua en general, y por tanto, la supervivencia. Las consecuencias de la sequía de estos grandes ríos serán catastróficas.

Cuando yo tenía 20 años, fui contratado como investigador en el laboratorio de genética celular de François Jacob, que acababa de ser galardonado con el Premio Nobel de Medicina. Allí, trabajé durante seis años para obtener el doctorado. La vida estaba lejos de ser aburrida, pero algo esencial hacía falta.

Todo cambió en Darjeeling al norte de la India en 1967, cuando conocí a varios seres humanos notables, que para mí ejemplificaban lo que una vida humana plena puede ser. Estos maestros tibetanos, quienes acababan de huir de la invasión comunista del Tíbet, irradiaban bondad interior, serenidad y compasión. Al regresar de este primer viaje, me di cuenta de que había encontrado una realidad que podría inspirar toda mi vida y darle orientación y sentido. En 1972, decidí trasladarme a Darjeeling, a la sombra de la cordillera del Himalaya, para estudiar con los grandes maestros tibetanos Kangyur Rimpoché y Dilgo Khyentse Rimpoché.

En la India y en Bután, viví una vida hermosa y simple. Llegué a entender que, si bien algunas personas pueden ser naturalmente más felices que otras, la felicidad sigue siendo vulnerable e incompleta, que el logro de la felicidad duradera, como una forma de ser; requiere de un esfuerzo sostenido en la formación de la mente y en el desarrollo de cualidades como la paz interior, la atención y el amor altruista.

Entonces, un día de 1979, poco después que nuestro monasterio en Nepal había sido equipado con una línea de teléfono, alguien me llamó desde Francia para preguntar si me gustaría participar en un diálogo con mi padre, el filósofo Jean-François Revel. Yo dije “por supuesto”, pero pensé que nunca volvería a escuchar de esta persona de nuevo; ya que no creí que mi padre, un agnóstico reconocido, iba a querer tener un diálogo con un monje budista, aunque fuera su hijo. Pero para mi sorpresa aceptó de buen grado, y pasamos 10 maravillosos días en Nepal, discutiendo muchos temas sobre el significado de la vida. Ese fue el final de mi vida tranquila y anónima, y el comienzo de una forma diferente de interactuar con el mundo. El libro que surgió de este encuentro, El monje y el Filósofo, se convirtió en un best-seller en Francia y fue traducido a 21 idiomas.

Me di cuenta de que mucho más dinero, del que yo nunca hubiera imaginado, vendría a mi camino. Como no podía verme a mí mismo adquiriendo una propiedad en Francia o en otro lugar, me pareció que la cosa más natural del mundo sería donar todo el ingreso y los derechos de éste, y de todos los libros que vinieran luego, para ayudar a los demás. La fundación que creé para tal fin, ahora se llama Karuna-Shechen, la cual implementa y mantiene los proyectos humanitarios y educativos a través de Asia.

Los proyectos humanitarios se han convertido en el foco central de mi vida, con algunos amigos voluntarios dedicados y generosos benefactores, y bajo la inspiración del abad de mi monasterio, Rabjam Rinpoche, hemos construido y gestionado clínicas y escuelas en el Tíbet, Nepal y la India; donde tratamos a unos 100,000 pacientes al año y proporcionamos educación a cerca de 10,000 niños. Hemos logrado hacer esto gastando apenas un cuatro por ciento de nuestro presupuesto de gastos generales.

Mi vida se ha vuelto definitivamente más agitada, pero también he descubierto a lo largo de los años, que intentar transformarse uno mismo para transformar mejor al mundo trae satisfacción duradera, y sobre todo, el don insustituible del altruismo y de la compasión.

Imagine un barco que se hunde y que necesita de toda la potencia disponible para hacer funcionar las bombas para drenar las crecientes aguas. Los pasajeros de primera clase se niegan a cooperar porque tienen calor y desean utilizar el aire acondicionado y otros aparatos eléctricos. Los pasajeros de segunda clase, gastan todo su tiempo tratando de ser trasladados a primera clase. El barco se hunde y todos los pasajeros se ahogan. Allí es a donde nos está llevando el enfoque actual del cambio climático.

Ya sea que la gente se dé cuenta o no, sus acciones pueden tener efectos desastrosos - como los cambios ambientales en el Himalaya, el Círculo Polar Ártico y muchos otros lugares nos están mostrando. El consumismo desenfrenado de los más ricos de nuestro planeta, un cinco por ciento es el mayor contribuyente al cambio climático, que traerá el mayor sufrimiento al veinticinco por ciento más pobre, quienes enfrentarán las peores consecuencias. Según el Departamento de Energía de EE.UU., en promedio, un afgano produce 0.02 toneladas de CO2 al año, un nepalés y un tanzano 0.1, un británico 10 toneladas, un estadounidense 19 toneladas y un qatarí 51 toneladas, lo cual es 2,500 veces más que un afgano.

El consumismo desenfrenado opera bajo la premisa que los demás son sólo instrumentos a utilizar, y que el medio ambiente es una mercancía. Esta actitud fomenta el dolor, el egoísmo, y el desprecio a otros seres vivos y al medio ambiente. La gente rara vez está motivada para cambiar en nombre de algo para su futuro y el de la próxima generación. Se imaginan: “Bueno, vamos a lidiar con eso cuando llegue.” Se resisten a la idea de renunciar a lo que le gusta sólo para evitar los desastrosos efectos a largo plazo. El futuro no daña -todavía.

Una sociedad altruista es aquella en la que no sólo nos preocupamos por nosotros y nuestros parientes más cercanos, sino por la calidad de vida de todos los miembros actuales de la sociedad, mientras que estamos conscientemente preocupados por el destino de las generaciones venideras.

En particular, tenemos que hacer progresos importantes con respecto a la forma en que tratamos a los animales, como objetos de consumo y productos industriales; no como seres vivos que luchan por su bienestar y que quieren evitar el sufrimiento. Cada año, más de 150 mil millones de animales terrestres son asesinados en el mundo para el consumo humano, así como cerca de 1.5 trillones de animales marinos. En los países ricos, el 99 por ciento de estos animales terrestres son criados y sacrificados en granjas industriales, y viven sólo una fracción de su vida útil. Además, de acuerdo con las Naciones Unidas y los informes de la FAO sobre el cambio climático, la producción ganadera es responsable de una mayor proporción (18 por ciento) de las emisiones de los gases de efecto invernadero que el sector de transporte mundial. ¡Una solución podría ser comer menos carne!

Tal y como el Dalai Lama ha señalado a menudo, la interdependencia es una idea budista central que conduce a una comprensión más profunda de la naturaleza de la realidad y de la conciencia de responsabilidad global. Dado que todos los seres están relacionados entre sí, y todos sin excepción quieren evitar el sufrimiento y alcanzar la felicidad; esta comprensión es la base para el altruismo y la compasión. A su vez, conduce naturalmente a la actitud y a la práctica de la no violencia hacia los seres humanos, a los animales, -y hacia el medio ambiente.

Nota: Matthieu Ricard era un científico de genética celular hace 40 años, cuando decidió vivir en el Himalaya y convertirse en un monje budista. Él es fotógrafo y autor de varios libros, incluyendo “La felicidad: Cómo Cultivar la Habilidad más Importante de la Vida”. Él vive en Nepal y ha participado en más de 100 proyectos humanitarios.