domingo, 9 de septiembre de 2012

SANAR EL MALESTAR EMOCIONAL –EL PODER CURATIVO DE LA MENTE




En la vida ansiamos la solución de nuestros problemas incluyendo conservar la salud, pero por lo general nos enfocamos tan sólo en la salud corporal y los problemas exteriores. 

Tendemos a ignorar el malestar emocional que puede hacernos muy infelices. No conocemos remedios como la meditación, y le tenemos miedo a la psicoterapia. No atendemos los aspectos de nuestra personalidad que son disfuncionales o en los cuales se ha sufrido alguna herida emocional, como una pérdida, un fracaso, un duelo. Simplemente  vivimos en la ignorancia o nos excusamos diciendo que no hay tiempo para atenderlos o que no sabemos cómo hacerlo. 

Esperamos a tener una caída emocional, en forma de crisis depresiva o de estrés agudo. En general hay un natural deseo de ser mejor, pero no siempre sabemos que antes habría que solucionar varios problemas psicológicos que no han sido sanados. Estos problemas se mantienen en la sombra, se ignoran. 

El malestar emocional incluye desde una vaga y no reconocida angustia existencial hasta la sensación de carencia de valor en uno mismo, la falta de auto aceptación, la represión de negatividades sin resolver, o incluso formas de violencia que se creen naturales y hasta normales. En general se trata de necesidades insatisfechas de afecto, que intentamos cubrir con un barniz de espiritualidad, pero sin curar la raíz.

Aquí la opinión de Rob Preece, psicoterapeuta y profesor de meditación, en su libro  “La Sabiduría de la Imperfección”:

“El ideal saludable es poseer un sentido sano de auto valía y amor por sí mismo, para que los límites y condicionamientos del yo no formen parte de nuestra patología. Por ejemplo en el camino de la meditación se afirma que las cosas no tienen una naturaleza inherente ni independiente. Más allá de distinciones relativas  de bueno y malo, perfecto e imperfecto, podríamos descubrir una verdad más plena.

“Buscar tan sólo la perfección en la vida puede llevar al sufrimiento sin fin y a la insatisfacción. Aunque sea válida la búsqueda de progreso exterior, interiormente nos esforzamos para mejorarnos a través de la lucha, hasta que nos damos cuenta de que la ambición de perfeccionarnos interiormente es el problema. La perfección se manifiesta más bien al soltar y abandonar esta búsqueda, y al  relajarse para permitir que se manifieste lo que ya es, reconociendo nuestra innata naturaleza sana y confortable, despierta e iluminada. No se trata sólo de perfeccionar nuestro estado relativo interior, sino de reconocer nuestra verdadera naturaleza.

“Meditar tan sólo para perfeccionarse puede no ser bueno para la salud mental, debido a la llamada ‘Sombra’ por el psicólogo C.G. Jung. La búsqueda de la perfección puede reforzar el ego, la ‘herida narcisista’.

“A veces debajo de nuestras personas o máscaras aparentemente funcionales hay alguien triste e infeliz, que raramente lo va a aceptar porque tendría que enfrentarse consigo mismo. Suprimimos y negamos la propia necesidad o dolor interno, escondiendo e incluso negando errores y defectos a fin de llegar a ser aceptable. Pero si rascamos la superficie quizás encontraríamos malestar, falta de bondad y compasión. Claro, tampoco se debería caer en la culpa.

“Todo esto no quiere decir que no enfrentemos nuestras faltas y defectos, sino que los veamos con más aceptación, humor, y una visión mucho menos densa, más liviana. El ideal es poder relajarse y estar más presentes, sin pretender ser algo que no somos. La auto aceptación de nuestros límites da una sensación mucho más cómoda de uno mismo, permitiendo incluso sentarse a meditar. Con menos ansiedad la mente está más relajada, y es capaz de aquietarse y abrirse a su innata espaciosidad y claridad.”