domingo, 25 de mayo de 2014

ANTI-ESTRÉS CON INTELIGENCIA EMOCIONAL



El estrés (del inglés stress, ‘tensión’, que proviene de la física y hace referencia a la presión que ejerce un cuerpo sobre otro, siendo aquel que más presión recibe el que puede destrozarse). Es una reacción o respuesta fisiológica y mental del organismo para afrontar una situación que se percibe como amenazante. Como resultado, aumenta el riesgo de lesión o enfermedad física y mental.

Los seres humanos estamos dotados de una inteligencia humana maravillosa para preservar nuestra salud mental fundamental. Darnos cuenta que tenemos este gran potencial humano, nos brinda una fuerza fundamental. Permite hacer frente a cualquier dificultad, no importa a que situación nos enfrentemos, sin perder la esperanza o hundirnos en sentimientos de baja autoestima.

La supervivencia está genéticamente codificada en nuestro organismo. Para asegurarla, un conjunto de cambios fisiológicos se ponen en acto antes que siquiera un pensamiento cruce por la mente. El cerebro se pone en guardia para preparar el cuerpo para la acción defensiva. El sistema nervioso se centra en el estímulo y las hormonas liberadas activan los sentidos, aceleran el pulso, la respiración y se tensan los músculos. Y el estrés, justamente, es una respuesta ancestral del organismo de lucha o huida frente a una amenaza de corto plazo.

Los episodios cortos o infrecuentes de estrés representan poco riesgo. Un determinado grado de estrés es necesario para responder a determinadas situaciones o alcanzar ciertos objetivos, luego el cuerpo vuelve a su estado normal. Pero cuando las situaciones estresantes se suceden sin solucionarse y el stress se prolonga, se ingresa a lo que se denomina la fase de resistencia y sus efectos son muy nocivos para el cuerpo y la mente. El cuerpo permanece en un estado constante de alerta, lo cual aumenta la tasa de desgaste fisiológico que conlleva fatiga o daño físico, la capacidad del cuerpo para recuperarse y defenderse puede verse seriamente comprometida. Como resultado, aumenta el riesgo de lesión o enfermedad física y mental.

Hay formas saludables de manejo del estrés, como adoptar un enfoque activo, una visión fresca y distinta de la vida. Hacer uso de terapias, deporte y ejercicio. Contar con un sistema de espiritualidad práctica. Familiarizarse con la sensación de seguridad y bienestar.

Necesitamos un manejo saludable del estrés, desarrollando la habilidad del manejo emocional (no esperar que llegue). Aceptar las experiencias intrusivas, y su manejo. Saber integrar nuevas situaciones desafiantes. Muy importantes son el entrenamiento de la mente y la meditación.

El estrés tiene un papel preponderante en varios tipos de problemas crónicos de salud. El estrés es un desencadenante conocido para la depresión. Debilita el sistema inmunológico que tiene como función proteger al organismo contra infecciones y tumores, (la inmunosupresión: se inhibe la maduración de los linfocitos que son los encargados de producir anticuerpos e incluso destruirlos, provocando el debilitamiento del sistema inmune).

Aumenta el riesgo de cáncer y enfermedades cardíacas (incrementa el ritmo cardíaco y la presión arterial lo cual afecta el músculo cardíaco y los vasos sanguíneos).

Influencia el ánimo y funcionamiento, distorsiona el sueño, disfunciones sexuales, destruye las relaciones interpersonales produciendo una sensación general de insatisfacción. afecciones musculoesqueléticas.

Puede producir migraña y dolores de cabeza, enfermedades gastrointestinales, úlceras. 

Alteraciones del humor y del sueño, estómago revuelto, dolor de cabeza y relaciones alteradas con familia y amigos.
También hay trastornos psicológicos, como pérdida de autoestima, baja motivación o interés por la actividad laboral, baja concentración, ansiedad y depresión.

Si la intensidad y duración del estrés sobrepasan ciertos límites, puede producir alteraciones considerables en el cerebro. Éstas incluyen desde modificaciones más o menos leves y reversibles hasta situaciones en las que puede haber muerte neuronal.
El exceso de glucocorticoides puede producir toda una serie de alteraciones en distintas estructuras cerebrales, especialmente en el hipocampo, estructura que juega un papel crítico en muchos procesos de aprendizaje y memoria.

Algunos síntomas son el nerviosismo, temblor o inquietud, aceleración del corazón, sudoración, fallas de la memoria, alteraciones en el ánimo, nerviosismo y falta de concentración, cambios hormonales importantes que producen dolores en abdominales inferiores.

Genera modificaciones neuroendocrinas del hipotálamo (centro de emoción del cerebro),  glándulas hipófisis y suprarrenales (centro de reactividad).

Puede desencadenar problemas graves de salud. Cuando esta respuesta natural se da en exceso se produce una sobrecarga de tensión que repercute en el organismo humano y provoca la aparición de enfermedades y anomalías patológicas que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano.
El estrés crónico está relacionado con los trastornos de ansiedad y puede a ocasionar una enfermedad que puede alterar la vida de las personas.
Independientemente de la enfermedad que padezcan los enfermos presentan síntomas comunes: cansancio, pérdida del apetito, bajada de peso y astenia.

El cerebro se pone en estado de alerta, se potencia la memoria a corto plazo para no olvidar la amenaza. En estado de resistencia: Tensión, aumentan la ansiedad y el miedo y los pensamientos catastróficos.  Dolores de cabeza, insomnio, pesadillas, irritabilidad. Depresión. Obsesividad. Fobias.  Fatiga. Colapsos nerviosos. Pérdida de la memoria, dificultades de aprendizaje.

La sangre circula 5 veces más de prisa. Problemas cardíacos por la sobre exigencia y de hipertensión arterial. Taquicardias, arritmias. Riesgos de embolias por la coagulación de la sangre.

Aumento del  nivel de la glucosa en la sangre  para llevar más energía al cerebro y los músculos y el corazón. 

Problemas de diabetes por la mayor producción de glucosa que la sangre no sabe cómo manejar. La velocidad de la gluconeogénesis aumenta hasta seis veces. Disminución de la reserva proteica de casi todas las células del cuerpo, menos de las del hígado. 

Especialmente, disminuyen los depósitos de proteínas de los músculos. Los músculos de debilitan.

Incremento de la presión sanguínea para que haya una mayor circulación de sangre y glucosa (energía muscular) y para contraer los vasos sanguíneos con la finalidad de  impedir hemorragias. Para esto también aumenta la coagulación. Riesgo de accidente cerebro vascular y embolias.

Provoca inmunodepresión. La liberación de hormonas de estrés inhiben la maduración de los linfocitos.

Obesidad y sobrepeso, Pérdida del cabello, Depresión, Reducción del deseo sexual, Menstruación irregular, Acné, Úlceras, Insomnio, Disminución de fertilidad, Enfermedades cardíacas.

Un estrés fuerte durante un corto período es suficiente para destruir varias de las conexiones entre neuronas en zonas específicas del cerebro. Un estrés agudo puede cambiar la anatomía cerebral en pocas horas. El estrés crónico tiene el efecto de disminuir el tamaño de la zona cerebral responsable de la memoria.