lunes, 8 de julio de 2013

MENTE EN PAZ PARA LOGRAR LOS SUEÑOS -Manejar la mente y no ser dominado por ella




La Meditación cobra vida a través de la creciente capacidad que llegamos a tener con la práctica,  para liberar nuestro enredo habitual en las historias y los planes, los conflictos y las preocupaciones que conforman el pequeño sentido de sí mismo, y para descansar en la consciencia. En la meditación hacemos esto simplemente mediante el reconocer momento a momento las condiciones cambiantes, el placer y el dolor, la alabanza y la culpa, la letanía de  ideas y expectativas que se plantean.
Sin identificarse con ellos, podemos descansar en la propia conciencia, más allá de las condiciones, y la experiencia de lo que mi maestro Ajahn Chah llamaba jai pongsai, nuestra ligereza natural del corazón. El desarrollo de esta capacidad de descansar en la consciencia nutre nuestra atención y concentración, lo que estabiliza y clarifica la mente, y desarrolla la sabiduría prajna, que es la facultad de ver las cosas tal como son.

Podemos emplear este conocimiento o atención sabia desde el principio. Cuando nos sentamos a meditar, la mejor estrategia es observar simplemente cualquier estado de nuestro cuerpo, y dejar que la mente está presente en eso, sin elaboración mental. Para sentar las bases de la atención plena, el Buda instruye a sus seguidores como "para observar si el cuerpo y la mente se distrae o constante, enojado o pacífica, excitado o preocupado, contratados o puestos en libertad, unido o libre". Observando lo que es así, se puede hacer unas cuantas respiraciones profundas y relajadas, hacer espacio para cualquier situación en la que nos encontremos.

A partir de esta base de aceptación, podemos aprender a utilizar el poder transformador de la atención de una manera flexible y maleable. La atención-atención inteligente puede funcionar como una lente de zoom. A menudo lo más útil para nuestra práctica constante es una atención cercana. Traemos una esmerada atención a la respiración o la  sensación, o al movimiento preciso del sentimiento o pensamiento. Con el tiempo podemos llegar a estar tan absortos que sujeto y objeto desaparecen. Nos convertimos en la respiración, nos convertimos en el hormigueo en el pie, nos convertimos en la tristeza o la alegría. En esto nos sentimos nosotros mismos naciendo y muriendo con cada respiración, cada experiencia. El enganche doloroso en el sentido ordinario se disuelve; nuestros problemas y miedos caen lejos. Toda nuestra experiencia del mundo se muestra a sí misma como impermanente, inasible y desinteresada. Nace la sabiduría.

De “A Mind Like Sky: Wise Attention Open Awareness”, por Jack Kornfield, Shambhala Sun, May 2003.