martes, 16 de julio de 2013

LA VERDADERA MEDITACIÓN





La verdadera meditación no tiene dirección o meta. Es pura rendición sin palabras, pura oración silenciosa. Todos los métodos encaminados a lograr un cierto estado mental son limitados, impermanentes, y condicionados. La fascinación por los estados sólo conduce al apego y la dependencia. La verdadera meditación es permanecer como conciencia primordial.

La verdadera meditación aparece en la conciencia espontáneamente cuando la conciencia no está siendo manipulada o controlada. Al empezar a meditar, te das cuenta de que la atención a menudo está mantenida cautiva porque nos enfocamos en un objeto: en los pensamientos, sensaciones corporales, emociones, recuerdos, sonidos, etc. Esto es debido a que la mente está condicionada a concentrarse y a contraerse (tensarse) en los objetos. Entonces la mente compulsivamente interpreta y trata de controlar lo que se conoce (el objeto) de una manera mecánica y distorsionada. Empieza a sacar conclusiones y hacer suposiciones según su condicionamiento pasado.

En la verdadera meditación todos los objetos (pensamientos, sentimientos, emociones, recuerdos, etc.) se dejan a su funcionamiento natural. Esto significa que no se debe hacer ningún esfuerzo para centrarse en, manipular, controlar o suprimir cualquier objeto de la consciencia. En la verdadera meditación se hace hincapié en ser consciencia, no en ser conscientes de los objetos, sino descansar en reposo como la propia conciencia primordial. La consciencia primordial es la fuente de la cual todos los objetos surgen y a la cual retornan.

Mientras te relajas suavemente en la conciencia, en el escuchar, la contracción compulsiva de la mente alrededor de los objetos se desvanecen. El silencio del ser vendrá con mayor claridad a la conciencia como una bienvenida al descansar y quedarse allí. Una actitud de receptividad abierta, libre de cualquier objetivo o anticipación, facilitará la presencia del silencio y la quietud a ser revelada como tu condición natural.


Al descansar en la quietud más profundamente, la conciencia se libera del control compulsivo de la mente, los bloqueos y las identificaciones. El darse cuenta, la conciencia natural vuelve a no-estado de absoluto potencial no manifestado, el abismo silente más allá de todo conocimiento.


ALGUNAS PREGUNTAS COMUNES SOBRE LA MEDITACIÓN

P. Parece que la instrucción central en la verdadera meditación es simplemente permanecer como conciencia silenciosa y tranquila. Sin embargo, a menudo encuentro que estoy atrapado en mi propia mente. ¿Está bien usar una meditación más dirigida, tal como seguir la respiración, de tal manera que tengo algo en qué concentrarme, lo cual me ayudará a no perderme en mi mente?

R. Está perfectamente bien usar una técnica más dirigida tal como seguir la respiración, o el uso de un simple mantra o una oración que nos centre, si encuentras que te ayuda a no perderte en sus pensamientos. Pero siempre hay que inclinarse hacia menos y menos técnica. Tómate un tiempo durante cada periodo de meditación para simplemente descansar  siendo la conciencia misma, silenciosa y tranquila. La verdadera meditación es dejar progresivamente al meditador sin perderse en el pensamiento.

P. ¿Qué debo hacer en caso de una antigua memoria dolorosa surja durante la meditación?

R. Simplemente deja que surja sin resistirlo o dedicarse a analizar, juzgar o negarlo.

P. Cuando medito veces experimento una gran cantidad de miedo. A veces me abruma y no sé qué hacer.

R. Es útil cuando se experimenta el miedo en la meditación el fijar su atención en algo muy concreto que te conecte a tierra, tales como la respiración o hasta sentir la planta de los pies. Pero no hay que luchar contra el miedo, porque esto sólo lo va a aumentar. Imagina que eres el Buda bajo el árbol Bodhi, o Cristo en el desierto, permaneciendo inmóvil e impasible por la pesadilla del cuerpo-mente. Se puede sentir muy real pero en realidad no es nada más que una ilusión convincente.


P. ¿Qué debo hacer cuando tengo una idea o comprensión repentina de una situación durante la meditación?

R. Simplemente recibir lo que se presente con gratitud, sin agarrarse de nada. Confía en que todavía estará allí cuando lo necesites.

P: Me parece que mi mente está formando espontáneamente imágenes, casi como un sueño despierto. Algunos de ellos me gustan, mientras que otros son simplemente molestos o al azar. ¿Qué debo hacer?

R. Centrar la atención en la respiración en el abdomen. Esto te ayudará a no perderte en las imágenes de la mente. Mantén la simple intención de descansar en la fuente silenciosa sin imágenes que hay antes de todas las imágenes, pensamientos e ideas.

Por Adyashanti

lunes, 8 de julio de 2013

MENTE EN PAZ PARA LOGRAR LOS SUEÑOS -Manejar la mente y no ser dominado por ella




La Meditación cobra vida a través de la creciente capacidad que llegamos a tener con la práctica,  para liberar nuestro enredo habitual en las historias y los planes, los conflictos y las preocupaciones que conforman el pequeño sentido de sí mismo, y para descansar en la consciencia. En la meditación hacemos esto simplemente mediante el reconocer momento a momento las condiciones cambiantes, el placer y el dolor, la alabanza y la culpa, la letanía de  ideas y expectativas que se plantean.
Sin identificarse con ellos, podemos descansar en la propia conciencia, más allá de las condiciones, y la experiencia de lo que mi maestro Ajahn Chah llamaba jai pongsai, nuestra ligereza natural del corazón. El desarrollo de esta capacidad de descansar en la consciencia nutre nuestra atención y concentración, lo que estabiliza y clarifica la mente, y desarrolla la sabiduría prajna, que es la facultad de ver las cosas tal como son.

Podemos emplear este conocimiento o atención sabia desde el principio. Cuando nos sentamos a meditar, la mejor estrategia es observar simplemente cualquier estado de nuestro cuerpo, y dejar que la mente está presente en eso, sin elaboración mental. Para sentar las bases de la atención plena, el Buda instruye a sus seguidores como "para observar si el cuerpo y la mente se distrae o constante, enojado o pacífica, excitado o preocupado, contratados o puestos en libertad, unido o libre". Observando lo que es así, se puede hacer unas cuantas respiraciones profundas y relajadas, hacer espacio para cualquier situación en la que nos encontremos.

A partir de esta base de aceptación, podemos aprender a utilizar el poder transformador de la atención de una manera flexible y maleable. La atención-atención inteligente puede funcionar como una lente de zoom. A menudo lo más útil para nuestra práctica constante es una atención cercana. Traemos una esmerada atención a la respiración o la  sensación, o al movimiento preciso del sentimiento o pensamiento. Con el tiempo podemos llegar a estar tan absortos que sujeto y objeto desaparecen. Nos convertimos en la respiración, nos convertimos en el hormigueo en el pie, nos convertimos en la tristeza o la alegría. En esto nos sentimos nosotros mismos naciendo y muriendo con cada respiración, cada experiencia. El enganche doloroso en el sentido ordinario se disuelve; nuestros problemas y miedos caen lejos. Toda nuestra experiencia del mundo se muestra a sí misma como impermanente, inasible y desinteresada. Nace la sabiduría.

De “A Mind Like Sky: Wise Attention Open Awareness”, por Jack Kornfield, Shambhala Sun, May 2003.

martes, 11 de junio de 2013

MEDITAR –SUPERAR INSEGURIDAD Y MIEDO

La monja budista Pema Chodron: "Sonríele al Miedo"


Cuando todo se derrumba.

Extractos del libro de Pema Chodron, maestra budista.



Embarcarse en el camino espiritual es como meterse en un bote muy pequeño y aventurarse en el océano en busca de tierras desconocidas. Cuando practicamos de todo corazón nos sentimos inspirados, pero antes o después acabamos encontrándonos con el miedo.



En la meditación intuitiva comenzamos practicando la conciencia del instante, estar plenamente presentes en todas nuestras actividades y pensamientos. Después escuchamos las enseñanzas sobre el vacío y enfrentamos el reto de conectar con una claridad mental abierta e ilimitada. Las enseñanzas del Vajrayana nos introducen a trabajar con la energía en todas las situaciones y nos hacen ver que cualquier cosa que surja es inseparable del estado de Despertar.



El miedo es una experiencia universal; lo sienten hasta los insectos más pequeños.



Sentir miedo cuando nos enfrentamos a lo desconocido no es algo terrible; más bien es una parte integral del hecho de estar vivos y que todos compartimos. Reaccionamos ante la posibilidad de encontrarnos con la soledad, con la muerte, ante la posibilidad de no tener nada a lo que agarrarnos. El miedo es una reacción natural al acercarse a la verdad.



Pero si nos comprometemos a quedarnos donde estamos nuestra experiencia se vuelve muy vivida; las cosas se ven muy claras cuando no hay escape posible. Cualquiera que esté en el límite de lo desconocido, plenamente en el presente sin punto de referencia, experimenta la ausencia de base o fundamento, de un lugar donde agarrarse. Cuando nuestra comprensión se hace más profunda descubrimos que el presente es un lugar muy vulnerable, lo que puede ser una experiencia absolutamente enervante y al mismo tiempo absolutamente tierna.



De lo que estamos hablando es de llegar a conocer el miedo, de familiarizarnos con él, de mirarle directamente a los ojos; no como una forma de resolver los problemas, sino como una manera de deshacer completamente las viejas maneras de ver, oír, oler, saborear y pensar. La verdad es que, cuando realmente comencemos a hacerlo, nos encontraremos con que somos humillados continuamente. No va a quedar mucho espacio para la arrogancia que resulta de aferramos a nuestros ideales.



La arrogancia que inevitablemente aflora va a ser vapuleada de continuo por nuestro propio coraje de ir un paso más allá. Los descubrimientos que experimentaremos mediante la práctica no tienen nada que ver con ninguna creencia. Tienen mucho que ver con tener el coraje de morir, el coraje de morir continuamente.



Cuando nos detenemos allí mismo y no expresamos ni reprimimos, no nos culpamos ni culpamos a los demás, nos encontramos frente a una pregunta abierta que no tiene respuesta conceptual. También nos encontramos con nuestro corazón. Un estudiante lo expresó muy elocuentemente: «La naturaleza de Buda, astutamente disfrazada de miedo, nos da una patada en el trasero para que estemos receptivos.»

Todas las meditaciones pueden ser no más que lucha y separación. Más bien habrá que aceptar —verdaderamente aceptar de todo corazón— que somos iracundos y celosos, que nos resistimos y luchamos, y que tenemos miedo. También hay que aceptar que uno es un ser precioso más allá de toda medida: sabio y estúpido, rico y pobre, y totalmente insondable. Sentirse tan agradecido que es como levantarse en medio de la oscuridad total, caminar hacia una gran serpiente y hacerle una reverencia.



En una ocasión le pregunté al maestro zen Kobun Chino Roshi cómo se relacionaba con el miedo, y me dijo: «Concuerdo con él; concuerdo.» Pero el consejo que solemos recibir más bien es el de edulcorarlo, diluirlo, tomar una píldora o distraernos: cualquier cosa para hacerlo desaparecer.

Lo que solemos hacer de modo natural es disociarnos del miedo. Ante la menor insinuación de su presencia nos descentramos y nos evadimos. Cuando sentimos que viene, desaparecemos. Y es bueno saber que solemos actuar así, pero no para castigarnos por ello, sino para desarrollar la compasión incondicional. Lo más descorazonador de todo es nuestra forma de engañarnos para evitar el momento presente.



Sin embargo, a veces estamos acorralados: todo se cae en pedazos y desaparece la posibilidad de escapar. En momentos así, las verdades espirituales más profundas parecen muy evidentes y ordinarias. No hay dónde esconderse. Podemos ver este hecho tan bien como cualquiera, incluso mejor que cualquiera. Antes o después entendemos que, aunque no podemos hacer que el miedo tenga una apariencia agradable, él será el que nos introduzca a todas las enseñanzas que hemos leído u oído.



Por eso, la próxima vez que te encuentres con el miedo, considérate afortunado. Aquí es donde el coraje entra en escena. El truco consiste en seguir explorando y no abandonar aun cuando descubramos que algo no es lo que pensábamos, porque eso es lo que nos va a ocurrir una y otra vez. Nada es lo que pensábamos.



El vacío no es lo que pensábamos, y tampoco lo son la conciencia del presente o el miedo. Tampoco la compasión es lo que pensábamos, ni el amor ni la naturaleza de Buda. Ni el coraje. Éstas no son más que palabras en clave para describir cosas que no conocemos mentalmente, pero que cualquiera de nosotros puede experimentar. Son palabras que señalan lo que verdaderamente es la vida cuando dejamos que las cosas se caigan a pedazos y nos dejamos clavar al momento presente.

Cuando todo se derrumba y estamos al borde de no se sabe qué, la prueba para cada uno de nosotros es permanecer en ese punto y no concretar. El camino espiritual no consiste en tratar de llegar al cielo y acabar accediendo a un lugar magnífico.

Todas las formas que tenemos de protegernos, de engañarnos, todas las vías que hemos empleado para mantener una brillante autoimagen... todo se cae a pedazos. Por mucho que lo intentamos no podemos manipular la situación.